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Quince frases del empresario José Luis “Pepín” Corripio sobre el trabajo, la vida y el agradecimiento

Don José Luís Corripio Estrada mientras hablaba en el reconocimiento que le hizo el Senado de la República. JOSE A. MALDONADO/LD

Don José Luís Corripio Estrada mientras hablaba en el reconocimiento que le hizo el Senado de la República. JOSE A. MALDONADO/LD

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Redacción DigitalSanto Domingo, RD.

El empresario José Luís Corripio Estrada, conocido popularmente como Pepín, recibió el miércoles un reconocimiento por sus aportes en favor de la cultura, la libertad de expresión y el respeto de los derechos humanos.

La distinción fue entregada por el Senado de la República en el salón de la Asamblea Nacional, en un acto encabezado por el presidente de la República, Luis Abinader, y el de la Cámara Alta, Eduardo Estrella, donde en su turno a la palabra, Corripio Estrada agradeció la distinción y pronunció un discurso cargado de frases que revivieron sus orígenes y alimentaron las promesas de continuar desarrollando una labor en favor del desarrollo del país.

A continuación, una selección de sus expresiones:

-Mi padre siempre decía que llegaron en un barco con un boleto de tercera clase porque no había uno más económico, y que, pese a las limitaciones y precariedades, le abrió los brazos, tanto a ellos como a cientos de familias de emigrantes que tuvieron que salir de sus países de origen pensando que perdían a su madre patria, sin saber que ganaban otra.

-Así como el trabajo, la disciplina, la constancia y el ejemplo constituyen piedras fundamentales del éxito, este siempre debe ser recibido con cautela y humildad.

-Predicando con el ejemplo, podremos, más que exigir, ayudar; más que corregir, enseñar.

-Nunca debe olvidar que la misma escalera por donde se sube, es la misma por donde quizás se tenga que bajar.

-Hemos tenido la suerte de desarrollarnos a la par del pueblo dominicano, siendo a la vez testigos y contribuyendo a su permanente unión.

-Los indicadores económicos hablarán de estadísticas, pero lo que verdaderamente mide el grado de desarrollo de un país es cómo vive su gente, y qué tan feliz y realizada se siente viviendo en él.

-No podemos olvidar tampoco que los éxitos alcanzados fueron logrados como se logra todo en la vida, con el esfuerzo colectivo de muchas personas, como si fueran muchas flechas en un sólido haz.

-No hay éxito que se pueda celebrar y cantar como un evento unipersonal, sino como un evento de esfuerzo colectivo.

-El éxito es una palabra engañosa y su breve y fulgurante brillo a veces nos ciega, y nos impide ver en qué consiste realmente; el éxito económico que es un éxito difuso, pues como todo en esta vida, pasa y muere, como pasa y muere la espuma de la ola sobre la arena de la playa.

-Atravesando el océano de lo incierto, mis mayores conocieron en esta tierra la bondad de un pueblo laborioso que fue solidario.

-Nuestra riqueza cultura, representada en nuestros valores, es los que somos, nuestra mayor riqueza, la herencia que recibimos de nuestros padres y que legaremos a nuestros hijos.

-La libertad es la madre de nuestra democracia.

-Entendimos que era una obligación moral mantenerla y preservarla (la libertad de expresión) desde nuestros medios de comunicación, por lo que desde ellos aupamos la libre expresión de las ideas haciendo que fueran, tal como reza nuestro slogan, “La voz de todos”, por dar participación ecuánime, libre e independiente a las diferentes expresiones de pensamiento político y filosófico, en todas sus versiones.

-Tenemos el deber de construir un país en el que la gente tenga derecho al trabajo, a la educación, a la salud, a la alimentación, a todo aquello que hace felices a los seres humanos.

-Nuestra gente constituye nuestra mayor riqueza.

Extra

-Todo cuanto les diga no será más que una tenue imagen de mis ideas, imperfecta expresión de los sentimientos, y de mi inmensa gratitud hacia todos ustedes.

-Agradecer a las senadoras y senadores que tuvieron a bien aprobar este reconocimiento, el cual acepto en nombre de quienes en la familia nos antecedieron con más mérito que quien les habla, pues les tocó llegar en el momento de la siembra, mientras el suscrito tuvo la suerte de llegar en la época de la cosecha, y de haber contado con las enseñanzas de mi padre Manuel, y de mi madre Sara; así como contar con el invaluable apoyo de mi esposa Ana María, el ángel guardián de nuestra unión familiar.

Don José Luis Corripio y su esposa Ana María Alonso de Corripio ante los aplausos de los presentes en el salón de la Asamblea Nacional. JOSE A. MALDONADO/LD