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Solo falta suprimir el visado al excanciller Claude Joseph

Joseph está buscando su liderazgo entre los haitianos en base a su ataque a la parte dominicana

Luis Abinader

Luis Abinader

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Guarionex RosaSanto Domingo, RD

Políticamente sabia y diplomáticamente correcta, la decisión del presidente Abinader de prohibir la entrada a la República del excanciller haitiano, Claude Joseph, es una advertencia y libera al país de eventuales acontecimientos que ese político pudiera urdir contra su gobierno.

Lo único que falta, que podría hacerse mediante una medida administrativa, es suprimir la visa del antiguo canciller, aunque no así del grupo de doce líderes de bandas que causan el terror entre los ciudadanos en el vecino país, y que quizás no han visitado el país.

Joseph está buscando su liderazgo entre los haitianos en base a su ataque a la parte dominicana por lo que entiende que es racismo y malos tratos a los migrantes que cruzan la frontera a buscar trabajo en las construcciones y otros empleos y a estudiar.

Nunca Joseph ha atacado a las bandas que andan armadas por todo el país y que tienen intimidado al gobierno del primer ministro Ariel Henry. Hay quienes creen que más bien algunas de esas bandas lo protegen y están de su lado en las denuncias de racismo dominicano.

Joseph no tiene partido político, pero cree que puede articular uno que tenga como base no solamente el antidominicanismo, sino también la condición de “redentor” de los pobres. Busca ser una conjunción de Dessalinnes, Petion y Christhope, quienes castigaron a RD.

La declaratoria de persona non grata de Joseph quizás Abinader la pensó dilatadamente para no poner un ingrediente de mal humor en las relaciones de los dos países, aunque se sabe que el excanciller no es una figura que tenga relevancia; muchos haitianos lo ven con ojeriza.

La reacción de los medios sociales y la opinión pública favoreció ampliamente la decisión de Abinader, quien había impulsado la construcción de un muro divisorio que pretende impedir el paso de los haitianos ilegales y proteger las reses y otros animales contra saqueadores.

Joseph busca espacio

Con el liderazgo político colapsado y las instituciones del país en agonía, el excanciller busca hacer su espacio y surgir, como lo hizo Jean Bertrand Aristide en 1990, capturando en una cuerda la inconformidad popular contra los remantes del duvalierismo y la oligarquía.

Aunque con buena educación, algo común entre los dos hombres, Joseph no cuenta con el carisma del antiguo sacerdote, pero sí aspiraría al dominio del balcón que pedía Daniel Fignolé a finales de 1950 aunque terminó como los otros, políticos vencidos por Duvalier padre.

Aristide, cuyo futuro político es discutible en cuanto a retornar a la Presidencia por elecciones, permanece en su casa del sector Tabarre y rara vez sale de la misma. Se dice que su base popular se mantiene incólume. Han pasado muchos años desde su primer gobierno (1991).

Hace días una multitud enorme se lanzó a las calles de Puerto Príncipe para reclamar la vuelta de Aristide como el único que puede salvar la situación del país. Tan grave es la misma que Aristide sería recibido hasta por las familias oligárquicas que han huido al exterior.

Desahuciado por las grandes potencias que se autoproclamaban “amigos de Haití”, el país ha tenido en la pérdida de seguridad a manos de bandas de maleantes armados su principal descalabro, que ahuyenta a inversionistas, turistas y congregaciones humanitarias.

El hundimiento de la nación en la pobreza y los pobres en miseria extrema por la falta de alimentos, de combustibles y la división que han hecho las bandas de sectores en los cuales buscan implantar su dominio, convierten a Haití en una sociedad invivible.

Aristide, ahora de 70 años, de ser elegido en unos comicios todavía inciertos, encontraría una situación tan difícil que cualquiera no quisiera. Ya para las elecciones de 2015, quizás al saberse muy controversial, el ex sacerdote promovió como candidata presidencial a la doctora Maryse Narcisse, en su momento la más preparada de todos los contendientes, pero ganó Jovenel Moïse, del partido Tet Kale del ex presidente Michel Martely, se cree que por fraude.

Pese a que los haitianos vienen a estudiar y a buscar trabajo en suelo dominicano al punto de que se pueden encontrar ingenieros encargados en los edificios en construcción incluso en obras del gobierno dominicano, hay un sentimiento “in péctore” digno de estudio.

Aunque Joseph no hubiese estudiado el fenómeno, pertenece a la minoría de dirigentes políticos haitianos que culpan a la República Dominicana de los infortunios que se viven en su lado, pese que la mayoría de los mismos se debe a rebatiñas políticas, catástrofes y plagas. Los últimos dos gobiernos dominicanos han hecho bastante para aliviar las condiciones de inmigración entre los dos países, pese a los cónsules designados en diversas ciudades haitianas que han hecho lo indecible por ganar dinero con las visas, un negocio poco ético.

Un palo político

Al disponer la prohibición de entrada del excanciller haitiano y los líderes de las bandas que aterrorizan el país, el presidente Abinader formuló una advertencia no dicha para que esas bandas se mantengan distante de la parte dominicana, de forma que no precise usar la fuerza.

De paso, Abinader quitó del medio, para su conveniencia, el tema desafortunado de reducir el presupuesto de la educación, que se estableció en un 4% luego de una lucha ardua a la cual se sumaron todos los sectores políticos y sociales.

Lo peor que podría ocurrirle al régimen de Abinader es que sea desde el seno de sus partidarios o de su régimen el origen de los ruidos que encabritan a la población y que olvida todo lo bueno real que su gobierno hace o que él mismo consolida en sus programas.

Abinader tiene muchas presiones. Los informes sobre el crecimiento de la economía y la disminución de la inflación no tienen la atención debida por parte de sus adversarios, aunque últimamente varias voces independientes de los partidos reconocen y ponderan esa realidad.

Dentro de su partido el Revolucionario Moderno, PRM, hay reconcomios porque algunos dirigentes de la base fueron dejados al margen de cargos en la dirección partidaria. Ellos que se conocen unos y otros dan alegatos en privado sobre esas exclusiones de personas al parecer demasiado controversiales para lo que anticipa el futuro, como la reelección del presidente Abinader.