Haciéndole frente a todo, ¡La Batalla de la Fe se celebró!
Hacía dos años que no se concentraban. La pandemia les había quitado la oportunidad pero no la esperanza de volver a “darle la primicia al Señor”.
Esta fue la concentración número 58 de La Batalla de la Fe, definida por el pastor Ezequiel Molina Sánchez como el más grande desafío del ministerio fundado por su padre, Ezequiel Molina, en todo el tiempo que llevan.
Fueron varias las razones que los limitaron y se vieron como obstáculo en el camino, pero la principal, sin dudas, han sido las circunstancias que ha traído consigo la pandemia.
Justo días antes de La Batalla de la Fe, celebrada tradicionalmente cada primero de enero, se confirmó en el país la presencia de la nueva mutación del Covid-19, denominada ómicron y catalogada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como variante preocupante debido a su mayor transmisibilidad.
Las advertencias de las autoridades sanitarias no fueron razón suficiente para suspender nueva vez ante los altos números de contagios y positividad, y mucho menos excusa para que sus participantes se cohibieran de trasladarse hasta el amplio estadio a alabar a Dios.
“En nuestro país se ha estado celebrando de todo pero el único problema, de acuerdo a lo que hemos visto en los últimos días, es La Batalla de la Fe”, dijo Molina hijo a tan solo semanas de celebrarse en ese mismo lugar, dos veces, el concierto de la agrupación bachatera Aventura.
De igual forma opinó el enlace de las iglesias evangélicas con el Poder Ejecutivo, el pastor Dío Astacio, quien a su llegada al encuentro nacional de evangélicos manifestó que “ya todos los eventos se han abierto y es justo que este también se abra”, con los debidos protocolos.
Las puertas del multiuso con capacidad para entre 27,000 y 50,000 personas fueron abiertas a las 11:00 de la mañana a la espera de no excederse de 30,000 asistentes por la limitación que les impusieron las autoridades por precaución.
Hasta las 3:00 de la tarde hubo personal de Salud Pública realizando pruebas rápidas de Covid-19 a aquellos que no se han suministrado alguna dosis de la vacuna. En cada acceso, había que presentar la tarjeta o certificado de vacunación con más de dos inoculaciones junto a la cédula de entidad al personal sanitario.
Pero este era solo el último paso de un proceso previo de desinfección de manos y toma de temperatura. Allí, quienes tenían una sola dosis de la vacuna eran devueltos, así como aquellos que resultaron positivos a las pruebas realizadas bajo una carpa cerca de la entrada a terreno.
El candente sol de las primeras horas de la tarde hizo que los cientos de personas que ingresaban antes de iniciar oficialmente la actividad se amontonaran en las gradas oeste, donde la sombra los cubría; mientras muy pocas sombrillas se veían acomodarse en el lado contrario.
Allí donde estaba la mayoría, uno al lado del otro, se observaban personas vociferar sin sus tapabocas puestos, producto de la emoción, acompañados de tamboreros y güireros, además de los que asistieron con cornetas para animar.
Las pancartas con “Dios primero en el 2022” sobresalían entre la multitud, y decenas de banderas ondeaban como signo de redención por parte de los miles de creyentes ante el Todopoderoso para este nuevo año.
Más abajo, en el terreno, había sillas distribuidas con el debido distanciamiento que al ir cayendo la tarde fue emulado en las gradas este, gracias a la poca cantidad de personas.
Defensores de la fe
“Valientes defensores de la fe”, así describió Ezequiel Molina padre a cada uno de los presentes en la batalla que libraron ante “el ambiente de pánico que hay en el mundo”.
Molina Sánchez, el hijo del conocido pastor, señaló dos contrincantes más en la batalla: “una campaña feroz de mentiras con el propósito de socavar los cimientos de esta convocatoria” y los hermanos en la fe que están “haciéndole el coro a los enemigos del pueblo de Dios”.
Pero algo resaltó y fue el centro de toda la jornada: “Dios está en control; que lo sepa la República Dominicana, que lo sepa el Gabinete de Salud”, a la vez que señaló que mientras el nombre de Dios continúe en el lema de nuestro escudo, la nación estará bajo su cobertura.
Niños con banderas de países de todo el mundo y un amplio coro vestido de azul y amarillo abrieron el show de la invitada especial Lilly Goodman, quien abrió cantando Aleluya.
"Esta actividad es uno de los secretos que ha hecho que Dios proteja a nuestra nación, porque al iniciar cada año le honramos, le alabamos, le glorificamos y nos humillamos delante del Todopoderoso", aseguró don Ezequiel, quien se presentó con 30 minutos de retraso a raíz de una extensión de la agenda.
A pesar de que no era el nivel de evento que deseaban o el que estaban acostumbrados a celebrar, con manos arribas y banderas ondeantes afirmaban confiados que aunque no puedan ver, “Dios está obrando”.
Cerraron con la esperanza depositada en que el próximo primero de enero, con agua o con sol, se reencontrarán con mayor libertad.
Testimonios
Conscientes de que la enfermedad que tiene casi tres años afectando el mundo ha dejado una nube de pesar, tristeza, desánimo y muerte por la partida de muchos seres queridos en el país, los organizadores continuaron con su arriesgado plan con el que esperan combatir la crisis espiritual nunca antes vista que también ha provocado la pandemia.
Familias, parejas y grupos de amigos de todas las edades se dieron cita para recargarse de fe. María Cristina Rodríguez, quien ha asistido a seis concentraciones, es una de ellas. Además de “darle la primicia al Señor del 2022”, fue a pedirle en especial que sane nuestra tierra.
Aunque se pueden ver a muchos adultos llenar las gradas, también habían adolescentes y jóvenes que, además de “ir por el coro” con los hermanos de la iglesia, quisieron entregarle este nuevo año al Señor.
Tal es el caso de Eric, un joven de 15 años de quien omitimos su apellido por ser menor de edad, que su mayor motivación fue alabar a Dios y recibir una nueva esencia en el 2022, además de estar conectados con la presencia”.
Revelación
A pesar de ser consciente de lo que iba a decir era atrevido y podía ser malinterpretado, Ezequiel Molina Sánchez manifestó en un momento: “Dios me mostró la figura de una persona de poder de este país que se ha levantado en contra del pueblo de Dios”, continúa entre sollozos y sin ya aguantar la emoción, “pero el Espíritu Santo (…) me dijo: ´yo tengo el control pero ese que te estoy mostrando no verá cuando yo sane la República Dominicana”.
La emoción y la algarabía de los presentes al “sentir la unción del Espíritu Santo” engrifaba los pelos, la gente vociferaba, tocaba cornetas y aplaudía, otros chocaban botellas plásticas o simplemente abrían sus brazos hacia al cielo en señal de alabanza a la vez que de fondo el puertorriqueño Samuel Hernández entonaba la canción “Levanto mis manos”, para cerrar con el inesperado momento.