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John, el venezolano que no quiere morir por un cáncer

La vida de John Jaimes Rodríguez, afectado de cáncer y con graves precariedades económicas, depende de la ayuda de gente generosa.

La vida de John Jaimes Rodríguez, afectado de cáncer y con graves precariedades económicas, depende de la ayuda de gente generosa.

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Lourdes AponteSanto Domingo, RD

John Jaimes Rodríguez tiene un cáncer que inició en sus testículos y ha alcanzado su estómago, lucha por mantenerse vivo y el deseo de ver a sus hijos crecer le mantiene haciendo lo imposible por darle la batalla a esta enfermedad.

Trata su padecimiento en el Instituto Nacional del Cáncer Rosa Emilia Pérez Sánchez de Tavares (Incart), donde tiene una deuda en aumento que espera evaluación porque sus quimioterapias rondan en los 75,000 pesos y estas deben suministrarles más de dos veces por semana, sin contar los gastos de cuando le toca ser ingresado.

“La gente del Incart han sido buenísimos con nosotros, pero ya no podemos sustentar todos los gastos que tenemos arriba”, añadió Solángel Montes, esposa de John, quien no cuenta con seguro de salud.

Tras la primera quimioterapia, la bebé Mía, no reconocía a su padre, esto hizo que a John se le cayera su mundo a pedazos. Su niña amada y querida, a la que arrullaba antes de dormir y le daba besos en la frente al despertar, le observa como a un total desconocido. Todos estos eventos fatídicos se suman el hecho de que se les solicita la vivienda donde pasan sus días al momento, la cual bajo grandes sacrificios y con ayuda de algunos cercanos, pagan a duras penas. Les están reclamando desalojar la vivienda y tienen como plazo hasta enero, sin saber hacia dónde dirigirse.

El pequeño Jesús David, el segundo de los hijos del matrimonio Jaimes Montes, es un niño muy elocuente, educado y aplicado en sus estudios, por lo que su colegio decidió otorgarle media beca, pero sus padres tienen una deuda en este centro educativo por falta de dinero para pagar.

John es un venezolano que vino al país con su familia el 19 de diciembre de 2016 en búsqueda de mejorar la salud de su hijo Jesús David que en ese momento tenía tres años, y tratando de conseguir una mejor situación económica para ayudar a los suyos.

Dan entrada al país con los ahorros familiares ya que su esposa Solángel tuvo que abandonar 11 años de trabajo en la Alcaldía de Maracaibo, estado Zulia, en Venezuela.

Al poco tiempo de encontrarse en República Dominicana él y su esposa se dan cuenta de que la familia se agrandará y llenos de alegría, a pesar de las vicisitudes, se pondrían al pie del cañón para darle la bienvenida a la nueva criatura.

Con la nueva integrante casi en las puertas, la madre de John, doña Ana Luisa Rodríguez, viene a extenderle su mano amiga a su hijo y suegra, dejando atrás su nación para quedar a cargo del cuidado de sus nietos. Nadie diría que la persona abnegada que se veía “físicamente en salud”, sería la primera en padecer cáncer y fallecería en los brazos de su familia hace un año y cuatro meses.

Este acontecimiento trajo consigo que Jesús se retira temporalmente de sus actividades escolares, ya que no tenía cómo ser llevado al colegio porque su abuela era quien se encargaba de transportarlo al plantel escolar. Y con la deuda en el centro, había mayor dificultad.

La familia se sustenta de la creatividad, ya que Solángel, cariñosamente “mi Sol” como le dice su esposo, se ha dedicado a la venta y fabricación de llaveros artesanales para tener alguna entrada económica en su hogar tras ser despedida de su empleo con la llegada de la pandemia del Covid-19.

Esta pareja conformada de dos seres destinados a un amor para la historia, en la salud y la enfermedad, no se sueltan porque Dios es la base de su vida.

Solángel ha dejado uñas y dientes por cuidar de John, por mantenerlo a salvo de todo lo que le rodea, demostrando que el verdadero amor es aquel que afronta las adversidades.

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Un amor que no le abandona

Un guerrero “John es un guerrero. Antes le decía el androide porque hombre que se ha matado trabajando como ese no aparecen dos”, dijo Montes. John admira cada gesto y cada acción de su amada, le hace un apartado en su vida porque dice que es su fiel compañera, amiga y confidente. La que nunca lo ha dejado solo en todo su proceso.

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