Ser fruto de un incesto no es una condena a muerte
Si las víctimas directas, madre e hijo o hija, reciben la adecuada atención y se hace a tiempo, hay entonces, la posibilidad de sobrellevar la situación.
“El sexo que se calla, como por ejemplo, el incesto, deja secuelas terribles en quien lo sufre y en toda la familia. Si deja hijos, el drama puede ser desgarrador, pero ello no quiere decir que, si se le busca ayuda psicológica, la persona esté condenada a vivir con este dolor. De ninguna manera. Una persona que nació como resultado de una violación entre familia, puede vivir una vida normal, aunque, claro, no plenamente sana, si se les busca ayuda temprana a las víctimas involucradas, llámese madre e hijo o hija”.
Esta compleja explicación la ofrece la psicóloga que ha gestionado a LISTÍN DIARIO la obtención de las tres historias que ha publicado sobre el tema del incesto contada por sus víctimas. Ella también fue abusada por su padre, y esto la impulsó a estudiar Psicología. Hoy ayuda a personas que atraviesan por esta situación.
La tarea es fuerte. “Si lo es para quien, como yo, fue violada por su propio padre, imagínate para quien nace producto de ese acto horrendo. Es duro, triste, doloroso, pero no es una condena a muerte. Todo va a depender del tiempo en que se inicie esa limpieza de mente y corazón que se necesita para lograr esa calidad de vida que como seres humanos nos merecemos”. Ella lo externa desde su propia vivencia.
Al parecer tocar el tema desde esta perspectiva, y ver los casos que trata a diario, le mueve sus fibras más sensibles. Tal vez por eso, callaba al otro lado del teléfono. Al retomar la conversación como profesional de la conducta, comenta: “El sexo que se calla, como yo le suelo llamar, deja muchas marcas, pero la Psiquiatría, la Psicología, la Filosofía Mental… por ejemplo, cada día adquieren más avances y disponen de terapias y tratamientos efectivos para ayudar a víctimas de incesto y a hijos que nacen producto de una violación”, puntualiza la especialista que pidió omitir su nombre por haber sido, como se ha dicho, víctima de incesto.
Otra campana El psiquiatra Luis Rafael Serret también cree en que todo está en la efectividad del tratamiento y atención que se les dé a las personas afectadas. Al referirse al caso del joven que contó su historia a LISTÍN DIARIO y que, evidentemente, ha llevado una vida de sufrimiento, dice que se le pudo haber alivianado la carga si su madre hubiese recibido la ayuda pertinente en el momento oportuno.
Se le hace la salvedad al especialista de que ella dijo que la criatura era de su papá, después de haber dado a luz. Conocido este punto, sostiene que si desde ese momento recibe las atenciones de lugar, creándole la conciencia de que el niño no tiene la culpa, de que ya está y de que hay que seguir adelante, la situación del hoy, ya un hombre hecho y derecho, se hubiese tornado menos difícil.
Al parecer sí. Porque si se le presta atención a toda la historia del joven, lo que más lamenta es el rechazo de su madre. Esto tiene un componente social y cultural. “Los dominicanos, con o sin buena posición económica, no han sido tan dados a buscar ayuda profesional ante eventos como estos. La gente prefiere callar”. Señala Serret.
Sepa más Desvalorización La experta en Filosofía Mental y psicóloga, Olga María Renville, también opina. “Sabemos que el incesto es la relación sexual que existe entre personas a las que los une un lazo cosanguíneo o de convivencia familiar. El sentir que quien debe protegerte y cuidarte es quien te daña, genera bajos niveles de autovaloración, depresión y ansiedad que son constantes en la vida de la víctima. Esto no le ayuda a ofrecer algo distinto al hijo que pueda tener”.
Dicho esto, la especialista entiende que, por ello, es necesario que estas personas reciban atenciones a tiempo. “Además de las consecuencias biológicas y los altos riesgos que existen de anomalías genéticas, el hijo producto de un incesto puede acarrear el rechazo y la confusión que representa estar en medio de una familiar donde los roles y los vínculos están distorsionados, y como consecuencia, podría desarrollar rechazo a sus progenitores, y alta tendencia a la depresión”, enfatiza Renville.
En el comportamiento y sentir de una persona, fruto de un incesto, hay un componente social que juega un papel importante, y es la vergüenza de ser el hijo o la hija de dos personas de la misma familia. Esto se da, sobre todo, en países donde no es permitido o más bien, es castigado el incesto. En donde esta acción es normal, los traumas pueden ser menos, porque no hay críticas ni vergüenzas.
La experta en Filosofía Mental insiste en: “Sanar las heridas emocionales que ocasiona el incesto y trabajar los niveles de autoestima, ansiedad y depresión requieren de la intervención de un profesional de conducta para lograrlo con mayor eficiencia”, concluye.