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Análisis. Bajo el fuego del Covid-19

Perfil del gobierno de Luis Abinader

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Felipe CipriánSanto Domingo, RD

La tercera década del siglo veintiuno llegó con una combinación terrible para el mundo y en particular para países como la República Dominicana.

La irrupción del nuevo coronavirus que provoca Covid-19 ha tenido un efecto devastador en la salud, la vida social y la economía.

El inicio del gobierno de Luis Abinader el 16 de agosto de 2020 coincidió con el peor momento de expansión de la pandemia del Covid-19 en el país precisamente porque el gobierno de Danilo Medina inició una desescalada de las medidas preventivas para facilitar las elecciones y ante la presión de sectores políticos y empresariales para que se reabrieran las actividades productivas.

Con el Covid en expansión libre sobre la salud de los dominicanos y con la economía golpeada por la parálisis productiva impuesta por las restricciones, Abinader asume la tarea de gobernar.

Covid y economía En esas condiciones, sus responsabilidades como gobernante se veían claramente concentradas en, primero, actuar para disminuir el contagio masivo del virus, asistir a los afectados y obtener las vacunas para inmunizar a la mayoría de la población.

En segundo lugar, adoptar las políticas públicas certeras para conviviendo con el virus en un primer momento, recuperar los sectores de la economía capaces de producir en cantidad y calidad suficiente para abastecer el mercado nacional y exportar para generar empleos e ingresos.

Abinader se ha ocupado de ambos aspectos, pero, naturalmente, con su “librito”.

A la par de esos dos aspectos cruciales y prioritarios de la sociedad dominicana del presente, el jefe del Estado se ha ocupado de colocar como aspecto relevante de su gestión desde el inicio, una nueva cruzada contra la corrupción y la adopción de una agenda de fortalecimiento institucional para su prevención y persecución.

Gestión de la pandemia Tan pronto como ocupó la Presidencia, Abinader prometió una gestión de la pandemia destinada a dominarla con todas las medidas sanitarias para lograr su objetivo.

Me extrañó que tan solo llegar el 16 de agosto, ya el 18 habían comenzado a cancelar masivamente a personal técnico en todo el gobierno, incluido a médicos de alta calificación del Ministerio de Salud Pública.

En plena pandemia, con la economía paralizada y con cerca de un millón de personas suspendidas, cancelar masivamente en el Estado me pareció un error que tiene costo político a su tiempo, porque la mayoría de los empleados del gobierno peledeísta votaron por Abinader, no precisamente para que cuando ganara los botaran a ellos de su trabajo y además les negaran sus prestaciones laborales.

Las compras por adelanto de vacunas a las farmacéuticas AstraZeneca y Pfizer, que estaban en prueba, resultaron ser un fallo notable para iniciar la vacunación.

Ante el incumplimiento –aun no ha llegado la primera dosis de esas firmas cuando en Estados Unidos ya se han vacunado cerca de 90 millones de personas y tienen vacunas de sobra- el gobierno de Abinader tuvo que desandar sus pasos y recurrir a la China que había colocado en el traspatio, para comprar vacunas e iniciar en firme la vacunación que ya ronda las 700,000 personas con la primera dosis.

En un análisis yo advertí que había una concentración de las vacunas en los países desarrollados y que por esa vía el país no obtendría los biológicos necesarios para inmunizar la población. Si no se recurre a China, y ahora eventualmente a Rusia y potencialmente a Cuba, la vacunación en el país no se sabe cuándo se completará y mucho menos a qué costo.

En la gestión de Abinader la ruptura del distanciamiento social ha sido permitida como forma de dar respiro a las actividades productivas, especialmente las relativas a los negocios turísticos, lo que explica la apertura total de los aeropuertos y puertos, el funcionamiento parcial de restaurantes, hoteles, el recorte significativo del toque de queda y ahora van hacia la apertura de las aulas. Hay que reconocer que se mantienen restringidos las competencias deportivas, los actos culturales masivos y las peregrinaciones religiosas y sociales.

¿Transparencia? La información relativa al comportamiento del virus no ha fluido con la misma transparencia que lo hacía el anterior ministro de Salud, Rafael Sánchez, y eso explica por qué la ciudadanía viene a conocer en marzo que aquí circulan desde noviembre variantes del Covid más contagiosas y mortales.

El gobierno sabía que la cepa de Reino Unido estaba aquí y la Organización Panamericana de Salud (OPS) también.

En la segunda semana de enero pasado el infectólogo Clemente Terrero declaró a la prensa que la cepa de Reino Unido estaba en el país y era la causante de los contagios masivos y las muertes en ascenso que se registraban entonces.

Al día siguiente le salió al frente la vicepresidente Raquel Peña, jefa del “Gabinete de Salud”, diciendo que eso no era cierto y que ya había hablado con Terrero, quien entonces gangueó diciendo que se trataba de una “hipótesis”.

Pero ahora resulta que una investigación de expertos de Unibe, publicada por Listín Diario, comprobó que lo que decía Terrero era cierto. A estas alturas, el Ministerio de Salud no le quedó más opción que admitir lo que sabía desde noviembre.

Gestión de la economía Combatir la pandemia sin estimular la economía es un suicidio. Pero tratar de reanimar una economía con los esquemas que colapsaron con la pandemia es una aventura que puede resultar muy costosa para los dominicanos.

Está claro que el gobierno de Abinader se ha propuesto revitalizar la economía dominicana sobre la base de volver a colocar el turismo como el centro de la actividad y que esta se irradie hacia los demás sectores.

Suena muy bonito y apetecible, pero la realidad es que internamente el turismo solo puede hacer oferta, no inducir demanda porque esta depende de las condiciones de salud en el mundo, la seguridad de la transportación y de que los viajeros tengan dinero para vacacionar a miles de kilómetros de distancia.

Todo parece indicar que en los próximos cinco años el turismo no se podrá recuperar a los niveles en que estaba en 2018 y quien dedique la mayor parte de los fondos públicos para tratar de materializar ese propósito, sentará las bases para su resurgimiento, pero a más largo plazo y a un elevado costo.

Como dije antes, la prioridad debe ser un estímulo fuerte y sostenido a la agropecuaria, la minería metálica y la exploración de hidrocarburos, la construcción masiva de viviendas, mejora de los servicios sanitarios, infraestructura vial, seguridad pública y tránsito, modernizar el sistema carcelario, entre otros, que provean empleo y capacidad de compra a la población.

Estilo de Abinader En los primeros meses de gobierno, Abinader ha mostrado una alta capacidad de interlocución con todos los sectores del país, abierto para la prensa y sobreexpuesto a la hora de responder todo tipo de cuestionamiento. Eso le gusta a la gente pero tiene su riesgo, sobre todo cuando los ministros no se atreven a contradecirlo.

En esa sobreexposición el pasado fin de semana declaró que el país era el segundo de América Latina que más personas había vacunado contra el coronavirus, detrás de Chile. Es obvio que no tenía a mano la información de que Brasil había vacunado a más de 9 millones de personas, México a más de dos millones, Argentina a más de dos y aquí poco más de 300,000 inoculados.

Viste mayormente informal en actividades abiertas, no hace ostentación de protección militar y está consagrado a su trabajo.

Ya sabemos cómo comenzó y cómo va, esperemos que todo le salga bien.