Emociones, recuerdos y veneración en el Día de los Fieles Difuntos

Decenas acuden a rendir honor en los cementerios a sus familiares fallecidos

Fotos: José A. Maldonado

Fotos: José A. Maldonado

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Shaddai EvesSanto Domingo, RD.

La soledad que día tras día arropa los sarcófagos del Cementerio Nacional de la Avenida Máximo Gómez, se tradujo este lunes, “Día de los Fieles Difuntos”, en un grato acompañamiento.

La concurrencia en el lugar de familiares y amigos donde descansan los restos de sus parientes fue colosal. La lluvia y el Covid-19 no impidieron que estos fuesen a visitar con flores y velones las tumbas donde se encuentran sepultados sus parientes.

Llegando por la entrada principal, los parqueos del lado derecho estaban ocupados por cinco puestos de flores, cada uno contaba con una variada cantidad de flores frescas para venta, entre ellas, rosas, claveles, margaritas y girasoles, además de unos cuatro puestos de velones.

Desde la entrada podía observarse a muchas familias marchando y caminando con paraguas en mano, utensilios de limpieza, flores, vasos de agua, velones, cajetillas de fósforos y globos para arreglar y adornar los sepulcros de sus parientes, pero sobre todo, se observaban rostros cabizbajos cargados de pesadumbre y aflicción.

Zoila Guerrero aprovechó la tarde para dar mantenimiento a su pequeño panteón familiar. Comentó que él alberga a familiares desde la generación de su tatarabuela y que para estas fechas siempre va a llevarles flores y honrarlos.

“Hoy es día de todos ellos”, dijo sosteniendo una cruz para colocarla encima de un altar que tiene con retratos de sus difuntos dentro del panteón, a la vez que le llegaba un recuerdo de su padre señalando que era devoto a la Virgen de las Mercedes.

Del mismo modo, otros realizaban oraciones en nombre de los difuntos.

El sepelio de Máximo Torres Pérez

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En la conmemoración del Día de los fieles difuntos fueron sepultados los restos de Máximo Daniel Torres Pérez, quien falleció por causas naturales.

Máximo fue un un santiaguero de corazón, llegó a la línea de vuelo de la Compañía Dominicana de Aviación a mediado del 1978, iniciando una su carrera en el áreas de la aviación civil, quehacer que lo llevó a ser supervisor de cabina a poco tiempo de su ingreso en la empresa.

Participó en el primer vuelo de Nueva York a Santo Domingo.

A Torres le tocó volar durante el período histórico de mayor actividad operacional de CDA y la aviación civil de R.D. Debido a ello, acumuló un gran número de horas de vuelo, pudiendo estas horas aproximarse a las 20,000 y quién sabe si son más. Entre sus experiencias de destacan, haber sido designado para verificar el equipo y adaptar los manuales de servicio en cabina del Jumbo adquirido por la desaparecida CDA. Para ello debió viajar a Arizona Estados Unidos y vérsela con los manuales originales del B-747-123, aeronave que había sido operada previamente por American Airlines.

Las cabinas de Maximito siempre fueron seguras y sosegadas, debido a que en sus vuelos lo hacía todo para brindar un servicio profesional y de calidad. Sin embargo, no vacilaba cuando, por cualquier causa, tenía que ejercer su experiencia o imponer su autoridad en esas cabinas, por lo general repletas de dominicanos, acostumbrados a “apretar el botón” para solicitarlo “todo y ahora”, principalmente en los vuelos originados en Nueva York con dirección a Santo Domingo.

Sus familiares y amigos lo recuerdan como una persona amante de la navidad, ya que para estas fechas servía como decorador. “Él montaba árboles de navidad espectaculares a empresas y personalidades, él tenía ese arte”, afirmaban.

Además le encantaba la cocina. “Hacia unos pastelones de berenjena buenísimos, niños envueltos, paella y pastelitos, Ayyy!”, expresaban.

Sus amigos Ingrid García, Quirico Valdez, Alicia Ortega y Lisbeth Bermúdez decían que siempre recordarán su sonrisa, porque los hacía reír a todos, era muy chistoso, una persona llena de energía, y especialmente era amigo de sus amigos y un gran ser humano.

Por como sus amigos describen a Máximo, su sepelio no fue tradicional. Afuera lo adornaba una carpa blanca con sillas plásticas separadas una de la otra para recibir a las personas que querían despedirlo y sumado a ello una atmósfera de paz y serenidad.

Los puestos de flores y velones

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Algunas marchantas aprovecharon la concurrencia de decenas de personas en el Cementerio Nacional de la Avenida Máximo Gómez para vender sus flores. Desde las 7:00 de la mañana abrieron sus floristerías ambulantes.

Rosas, margaritas, pompones, claveles, radiolos, montecasinos, girasoles y flores de seda son todas las galanterías que no pueden faltar en ningún puesto. Las más compradas son las rosas, las margaritas, los pompones y los girasoles. El precio popular es RD$100 el ramo.

Por ser día de los muertos, la mayoría de las personas las prefieren de colores blanco y amarillo ya que son neutros. A otros les gustan variadas o las eligen dependiendo de si el fallecido es hombre o mujer.

“Hay algunos que dicen que se las pongan blancas, azules con un poco de amarillo cuando son para hombres”, expresa Cristina Campusano, líder de una de las casetas de flores.

Mientras que con los puestos de velones, los vendedores afirman que los favoritos por los visitantes son los que llevan la imagen de la cruz, de Jesucristo, la Virgen María y el Divino Niño Jesús.

Personalidades históricas en el cementerio

En el camposanto de la Avenida Máximo Gómez descansan personalidades que quedaron enmarcadas en la historia de la República Dominicana.

Uno de ellos es Francisco Alberto Caamaño, militar y héroe que ocupó la presidencia constitucional de República Dominicana durante la Guerra de abril de 1965.

Al iniciar la Revolución del 24 de Abril, encabezó el movimiento creado por el Coronel Fernández Domínguez, quien se encontraba en Puerto Rico con impedimento de entrada al país; inspirado en devolver a la nación el orden constitucional violado en 1963, primero frente a los militares golpistas y luego frente a la invasión norteamericana, se convirtió en el líder indiscutible de la guerra de Abril.

Del mismo modo, allí reposan los restos de Amín Abel Hasbún, ingeniero y activista político, asesinado en el período denominado “Los 12 años de Balaguer”.

La seguridad en el cementerio

Los visitantes del Cementerio Nacional de la Avenida Máximo Gómez coinciden en que la seguridad es buena.

Eudy Martínez, quien trabaja como seguridad en el cementerio, asegura que ahora tienen más visitantes. Ello se debe a las mejoras realizadas al equipo de seguridad.

Hay cuatro personas para los dos turnos del día patrullando en motocicletas las calles de todo el cementerio.

Extra

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La mañana del lunes en la parroquia San Elías el Profeta del cementerio, monseñor Francisco Ozoria, ofició una misa en conmemoración del Día de los Fieles Difuntos.