El anhelo de Gabriel es ser inscrito en el Registro Civil
Cree tener 29 años y obtener un acta de nacimiento se le ha complicado, porque perdió contacto con su madre.
Gabriel cree que tiene 29 años pero no está seguro, porque ninguna certificación avala su edad ni su identidad. Aún no ha sido declarado.
Él anhela tener un acta de nacimiento, pero se le ha complicado la declaración porque perdió contacto con su madre, que desde que nació lo dejó bajo la crianza de su abuela materna, Francisca Hernández, en el sector Las Caobas, de Santo Domingo Oeste.
Cada día que pasa crece más su deseo de estar declarado, para poder contar con un empleo formal y continuar sus estudios, que dejó en octavo curso.
En una ocasión estaba recibiendo el apoyo en la unidad de declaraciones tardías de la Junta Central Electoral (JCE), pero dijo que el proceso se detuvo sin lograr su propósito de conseguir su acta de nacimiento, porque siquiera tiene la certificación de nacimiento del hospital. Clama por ayuda.
Comentó que ha perdido oportunidades de empleos por carecer de su documento de identidad.
“Si no tengo documento no creo que me vayan a dar un trabajo”, se lamenta. En la actualidad se desempeña como delivery en un colmado temporero. Realiza además trabajos de pintura, plomería y jardinería cuando aparecen las oportunidades.
Vive solo, en una habitación alquilada, por la cual paga 1,200 pesos.
Su pasado Gabriel quiere desarrollarse. Tener una familia. Y sobre todo, no quiere volver a caer en la adicción a las drogas, vicio que lo llevó a dormir a la intemperie en las calles, cuando abandonó su hogar siendo adolescente por la influencia negativa de amigos.
Sostiene que tiene ahora una novia que no consume estupefacientes, tras manifestar que ha terminado con varias muchachas que eran adictas a las sustancias ilícitas.
“Yo no quiero volver a caer en vicios, porque uno lo que anda es pidiendo cuando cae en vicios”, señaló.
Varias veces fue detenido por robos que, afirma, cometían sus compañeros, pero liberado después cuando se determinaba que él no había participado en el hecho.
“Yo andaba con chamaquitos que hacían cosas y fumaban, uno a veces hacía sus cosas malas, y a veces no, y entonces aparecía cualquier cosa y acusaban a uno, yo consumía pero eso era antes, no ahora”, indicó.
Sostiene que gracias a Dios no lo han llevado a una cárcel, porque teme que si ocurre nunca podría salir por no tener documento de identidad.
En ese tiempo, llegó a pernoctar por alrededor de 10 años en el entorno de la calle El Conde y el malecón del Distrito Nacional.
Narró que después de durar años en el mundo del consumo de las drogas y vivir en las calles, fue rescatado por uno de los proyectos sociales que dirige el padre Luis Rosario.
“Yo duré mucho tiempo en el programa Yo También, donde ellos llevan los niños, ahí uno duerme, come, le dan clases y también lo mandan a estudiar a un liceo o a una escuela”, precisó.
A través de ese programa fue que lo inscribieron en un liceo para que siguiera estudiando, pero luego él se desvinculó y no continuó los estudios.
“Cuando yo entré al programa ya yo no consumía (droga)”, afirma. Y aclara que tampoco ha vuelto a hacerlo después de salir.
Su historia Gabriel Hernández Mejía contó que es el mayor de ocho hermanos, pero que solo él y otro más pequeño, no han sido declarados por su madre Marisol Mejía, de quien dice lleva muchos años sin tener comunicación. Solo sabe, por referencia de una tía, que vive en el sector Gualey del Distrito Nacional.
UN DETALLE La abuela Sus padres se separaron y desde que nació quedó bajó la protección de su abuela, junto con otros nietos de ella.
Expresa que su padre vive fuera del país pero tampoco tiene comunicación con él.
Su abuela, quien falleció hace más de 5 años, era mantenida por los hijos realizando labores informales, según relató.