Enfoque
La Entropía del Cancerbero
Cual dios mitológico, los humanos nos comportamos, imbuidos por el poder y los efectos entrópicos que este genera, como Cancerberos impenitentes.
El Cancerbero, personaje mitológico, cuidaba las puertas del Hades, que era el inframundo de la cultura griega y además, se aseguraba que sus habitantes( corroídos y condenados) no salieran del mismo; tampoco permitía que los emancipados vivientes entrasen en él.
Se necesitan ciertas habilidades para poder burlar al Cancerbero, de manera que se pueda entrar y salir del Hades sin ser descubierto, so pena de ser devorado por las fauces de este personaje metamórfico y omnímodo.
En el ejercicio cotidiano de la política, la partidocracia contribuye al surgimiento de estos archipámpanos mitológicos que instauran arquetipos de gobernanza férrea, dando pié a eventos entrópicos que dan al traste a las instituciones que amamantan sus devaneos de poder y engreimiento.
Nuestra historia republicana está preñada de estos aconteceres; empero la relevancia contemporánea es el motivo de esta reflexión.
Lo acontecido, en los últimos dos cuatrienios es un referente emblemático del cancerberismo dominicano, ejercido de una manera cruda y descarnada.
Un partido, de raíces promisorias y de otrora bisoños protagonistas, llegó al pináculo de su realización, en brazos de dos grandes líderes octogenarios, de nuestra nación.
Las ejecutorias de esta nueva estirpe política se enmarcaron dentro del contexto de la Globalización, social y económica, al amparo de un concierto de organismos internacionales que promovieron los postulados de ésta.
La inserción del país, en estos esquemas, dejo grandes frutos, pero también, grandes lagunas.
Nuestro lar insular no estaba preparado para esta inserción debido a que todavía arrastrábamos los lastres culturales de varias décadas de indefinición, continuismo y revanchismo político; además de una sociedad donde la clase media apenas iniciaba un proceso de repunte económico y social.
Sin embargo, la magia del encanto y la pericia de estos inicios, llevo a nuestro país a senderos de un crecimiento infraestructural sorprendente, no así en las estructuras preeminentes del tejido social dominicano.
Con el tiempo, este distanciamiento se fue haciendo muy evidente y es aquí donde se inicia el cancerberismo del Partido de la Liberación Dominicana.
De un partido promisorio, novel y pragmático, paso a ser una parcela de intríngulis y traspiés, donde se auparon políticos corporativos, al amparo de un pragmatismo gatopardista, potencializado por un emblemático personaje, que reclamó su terreno perdido, ante un ¨estado que le venció¨.
De ahí en adelante, ese clúster político se adentró, muy profundamente, a una práctica continuista, que genero fuerzas muy entrópicas en su seno.
Esta entropía, silenciosa y voraz, fue carcomiendo el pragmatismo de otrora, por el revanchismo insalubre e improductivo.
La ¨muerte anunciada¨ del sisma por venir, se hizo realidad, no por los estigmas constitucionales y congresuales, sino más bien, por una actitud decidida de que el ¨Basta Yᨠera la consigna a seguir.
El drenaje, furtivo y elocuente, de la militancia descontenta y desesperanzada, surtió sus efectos devastadores, al punto de que se concibiera un escenario electoral variopinto y mancomunado para derrotar al partido en el poder.
Esta sinergia entre los descontentos y la ¨nouvelle politik¨ creo un paradigma electoral, sólido y decidido a desplazar al partido en el poder.
Loa resultados de esta actitud cancerbera y la entropía que esta género, son harto elocuentes.
Solo el destino y la buena voluntad de sus miembros, logrará que su resurgimiento sea acorde al mito del Ave Fénix.