Enfoque
El periodismo en la política
Mis primeros pasos hacia el periodismo no los di en una facultad de comunicación, ni en las salas de redacción de un periódico, de una radio o de la televisión. Fue la pluma acuciosa, combativa y poética de José Martí la que me inició en el deleite de la palabra; el prócer cubano compaginó con armonía la literatura, el ejercicio periodístico y la militancia política. Fundó/colaboró en numerosos periódicos de la época y en el diario Patria Libre, bajo la tutela de su mentor Rafael María Mendive, transformó su pluma en espada con la firme voluntad de hacer viable la independencia cubana.
Abrevé en la obra de Martí como requisito previo para integrar el Círculo Literario José Martí (asociación fundada por un grupo de amigos que a los veinte años sentimos la inquietud cultural que precede al compromiso). Desde aquellos tiempos circula en mis venas el pensamiento martiano: “solo quien sabe de periodismo, y de lo costoso del desinterés, puede estimar de veras la energía, la tenacidad, los sacrificios, la prudencia, la fuerza de carácter que revela la aparición de un diario honrado y libre”.
Del ilustre cubano aprendí muchas cosas, que unidas a la escuela boschista, inspiran mi profesionalidad (estimo que ambos supieron hacer del periodismo una herramienta esencial para comunicar ideas sin renunciar al cumplimiento de las normas deontológicas). Martí y Bosch cultivaron el significado de la nobleza, rechazaron el culto a la personalidad o la superflua adulación y con ellos aprendemos que la fidelidad a un amigo es compatible con la fidelidad a la República. A pesar de los sinsabores por los que atravesaron -recordemos que sufrieron exilio y persecución- nos legaron un ejemplo insondable de entrega al proyecto inacabado de una Patria libre y soberana.
Tengo presente que las raíces de mi compromiso político se hunden en mi lectura militante de la historia nacional, no solo dominicana sino de la región Caribe y del resto de América Latina. A partir de esa “apropiación” de lo vernáculo deposité mi confianza en los valores democráticos, apuesto por la defensa de los derechos fundamentales y creo con pasión en la posibilidad de construir una Patria digna para todos.
Ingresé al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1979 fascinado por la figura de Juan Bosch y animado por la literatura martiana. Quiero destacar que Bosch fue el primer político dominicano contemporáneo en utilizar los medios de comunicación como vehículo para expresar los sueños de emancipación. El Maestro, con una formación intelectual amplísima, influido por la escuela hostosiana y marcado por sus vivencias en otras naciones, tomó por aliados al periodismo radial e impreso. De él sale la idea de fundar el semanario Vanguardia del Pueblo: el periódico político más emblemático de nuestra historia, del que formé parte.
Cuando Bosch dejó el escenario público abracé el liderazgo de su alumno más aventajado: Leonel Fernández. A lo largo de 26 años de servicio recorrí junto a él cada rincón del país y también del exterior, apoyándole en una agenda de modernización del Estado sin precedentes. Al finalizar su mandato preferí vivir a la intemperie que la traición. Cabe decir que debemos ser leales a los principios que profesamos y sobretodo consecuentes con la visión que se tiene del deber ser de la República.
El filósofo Marco Tulio Cicerón redactó un amplio tratado sobre la amistad en un momento de turbación en Roma por el asesinato de Julio César. Al releerlo siento que no extirpo de mi alma los buenos recuerdos y pienso que respondí con virtud a la pregunta ciceroniana: “¿dónde encontraremos a aquellos que no antepongan los honores, las magistraturas, los mandos, el poder, la influencia a la amistad, de modo que, cuando estas cosas les hayan sido propuestas de una parte, el derecho de la amistad de otra, no prefieran con mucho aquellas cosas?”.
Durante cuatro décadas experimenté -en distinto grado- los desajustes entre la política y la comunicación. Traté de conciliar las dos esferas de acción con rectitud y supe de antemano que nadie puede cabalgar el tigre sin que las riendas le dejen aspereza en las manos. Hoy pienso que esas callosidades son necesarias para poder seguir jalando de las riendas al salvaje potro de la vida y ahí seguiremos sin rencor, sin odio, pero con determinación en la tarea de adecentar el campo de la política.
Mi renuncia -mediante carta fechada el 5 de abril y dirigida al profesor Fernández- coincidió con el Día del Periodista y en su redacción fui consciente de que dejaba atrás el trabajo de un cuarto de siglo dedicado a cuidar el espacio de intersección de la política con el periodismo. Atreverme a tirar del freno de mano de la historia significa dar una nueva vida a lo aplazado: la pasión periodística me rejuvenece y da tranquilidad a mi espíritu.
En estos días he recibido el afecto sembrado a lo largo de las últimas décadas. Estoy conmovido por las muestras de cariño de periodistas, comunicadores, dueños de medios, políticos, militantes de la base del PLD, de la FP y hasta de partidos que he adversado; y muy agradecido por las infinitas manifestaciones de aprecio de familiares, amigos y allegados. El reconocimiento a mi labor profesional me indica que juzgaron con benevolencia mi decisión
Los buenos generales cuentan con una retaguardia confiable y en el periodismo también sucede lo mismo. Nosotros no hacemos la historia, pero ayudamos a que el progreso se abra paso frente al abismo. Con satisfacción del deber cumplido.