RECORRIDO

La Capital, tranquila durante la mañana y con alcohol y música en la tarde

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Carolina PichardoSanto Domingo

A tempranas horas de la mañana del día de Año Nuevo se pudo observar en las calles del Gran Santo Domingo poca movilidad vehicular y de personas.

No fue un inicio de año común en este aspecto, ya que en otras ocasiones era un día activo para los ciudadanos, quienes lo aprovechaban para compartir fuera de casa junto a la familia. En un recorrido realizado por reporteros de este medio por distintos puntos de la ciudad, se pudo comprobar que la mayor cantidad de negocios, tiendas, salones de belleza y establecimientos comerciales decidieron no abrir sus puertas.

Los parques estaban prácticamente vacíos, y casi no había niños jugando en las aceras de sus viviendas.

A pesar de que los automóviles eran reducidos, las motocicletas sí se vieron con frecuencia en las diferentes vías visitadas.

Sancochos y domplines

Al entrar a sectores como Los Mina y Sabana Perdida la actividad aumentaba. Y con el avance del día las cosas cambiaron.

Había más personas saliendo de sus casas, jugando dominó, vehículos recorriendo las calles y colmados en los que consumían bebidas alcohólicas y celebraban el nuevo año.

Pero los restaurantes no estaban abiertos, así que fue una buena oportunidad para que Kenia, una residente de Los Mina, colocara una mesa en la esquina de su casa, en donde cocinó y vendió Sancocho, platillo compuesto por tubérculos, maíz, carnes, entre otros ingredientes.

El primer día de cada año la mujer aprovecha para preparar este caldo, porque según dijo los transeúntes están hambrientos después de las festividades navideñas.

La joven, quien al momento de entrevistarla estaba preparando este plato típico de los dominicanos, contó que lo vende entre 100 y 150 pesos, dependiendo de la cantidad que desee cada quien.

Kenia cocinó tres veces el plato, porque cada vez que se acababa uno, más clientes se acercaban en busca de más sancocho.

En Sabana Perdida, Esther Domínguez acostumbra a vender por las tardes comida en un puesto ambulante.

Sin embargo, ayer decidió variar su horario habitual para alimentar a sus compradores con platos como domplin, sancocho, arroz, “pico y pala” y tubérculos.

Contó a reporteros de LISTÍN DIARIO que aprovecha esta fecha porque una gran cantidad de negocios de expendio de comida están cerrados.

“No quise abandonar a mis clientes”, comentó la mujer.

Dijo que había recibido muchas ventas, porque según manifestó a las personas no les gusta cocinar después de haber tomado bebidas alcohólicas en las fiestas de fin de año.

Los precios también son variados: están entre 50 y 75 pesos.

De acuerdo a sus declaraciones pasado el mediodía de hoy había atendido a más de 40 clientes.