MOISÉS, EL PERSONAJE
En la piel de Charlton Heston
Mañana comienza la Semana Mayor, y es perentorio hacer un análisis a una de las películas que ha sido objeto de paradigma para esta época, y que además posee, uno de los filmes con más recursos humanos que hayan intervenido para interpretar toda la trama en sentido general: “Los Diez Mandamientos”.
Esta película dramatiza la historia bíblica de la vida de Moisés; que es rescatado por la hermana del Faraón Seti de las aguas del río Nilo. Este niño educado como egipcio; pero con sangre hebrea, saldrá lo que un pueblo entero esperaba desde hace bastantes años: El Redentor o Mesías que le liberará de la esclavitud con la esperanza de encontrarse en una tierra que mane leche y miel.
Cuando Moisés es adulto, es la admiración del faraón; pero es la envidia de Ramsés, hijo único del faraón quién sería el sucesor del trono. Sin embargo, éste utiliza a un paria judío personificado en Datán (Edward G. Robinson) que logra conseguir la información de que Moisés no es egipcio, sino de familia hebrea, y lo que viene es el destierro por el desierto hasta la tierra de Madían. Aquí Moises conoce a Séfora; quien sería su esposa; pero es llamado por Dios desde el monte Horeb para que sea el líder de una Nación en la que asumirá un papel primordial en el patriarcado de dicho pueblo.
La película es sin duda, un gran espectáculo de casi cuatro horas de duración y que ha contado con uno de los sets de filmación más grandes en la historia del cine. De Mille se convirtió en un verdadero genio de dirigir grandes masas de gentes, en una época que no existían ordenadores y programas de computadoras que pudieran recrear multitudes de personas como se hacen en la tecnología actual. Era una proeza coordinar entre 20 y 30 mil personas; cada una ataviadas con ropas de la época y crear una estructura de planos generales para poder destacar esa multitud y que pudiera apegarse a la realidad.
La película es dividida por etapas, y una de ellas, es cuando Moisés asciende a la montaña de la llanura del Sinaí donde tiene su encuentro con Dios. Aquí recibirá la tabla que contiene las leyes que regirán la vida del pueblo de Israel, después de haber cruzado el mar rojo con sus destacados efectos especiales. La manera en que se conformó este plano, fue realizando una toma invertida de una caída o cascada de agua, y la misma fue reflejada en un espejo para cambiar la perspectiva. Se usaron 300 mil galones de agua en un tanque inmenso.
La versión del 1956 supera la de 1923 por el propio Cecil B. De Mille por las condiciones del momento; lo que le valió que fuera nominada a siete (7) Premios, resultando ganadora con el Oscar a los mejores efectos especiales.
En la semana de asueto que comienza mañana, es muy probable que en algún canal pueda ser presentada esta película, por lo que es una ocasión muy importante para disfrutarla en estos días de descanso y verla con su familia.