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Weaver y el bullpen de los Yankees

El pasado 3 de septiembre, Clay Holmes permitió un cuadrangular con las bases llenas al novato de Texas Wyatt Langford que dejó en el terreno a los Yankees en el Globe Life Field de Arlington. Ese batazo fue la gota que derramó la copa para el dirigente Aaron Boone.

Al día siguiente, anunció que el equipo sería “un poco creativo” con el rol de cerrador, eliminando a Holmes como el “stopper” del conjunto en el noveno inning. No era para menos, considerando que el lanzador de 31 años tenía hasta ese momento 11 “blown saves”, situaciones de salvamento que no pudo convertir con éxito.

Aunque tanto Boone como el coach de pitcheo Matt Blake hablaron de utilizar un comité para cerrar los partidos, no era difícil identificar a Luke Weaver como el candidato más idóneo para asumir la responsabilidad de conseguir los últimos tres outs de los partidos.

En la temporada muerta, el delgado lanzador hizo ajustes en su mecánica y alteró el agarre para lanzar su bola rápida, aumentando la velocidad y movimiento vertical de su principal arma. Luego de reiterados intentos fallidos como abridor, Weaver podía simplificar las cosas y utilizar con más frecuencia la bola rápida y un cambio de velocidad que es su principal lanzamiento secundario.

Su transformación fue inmediata y evidente desde antes de asumir el rol de cerrador. En la serie regular de 2024, los oponentes batearon apenas .177 contra su lanzamiento rápido y .172 contra su cambio.

A raíz de los problemas de Holmes, el rol de Weaver en el equipo de los Yankees se hizo mucho más importante. Pese a la presencia de los Tommy Kahnle, Tim Hill, Ian Hamilton y el mismo Holmes, estaba claro quién tenía el mejor “stuff” para asumir el rol primordial. Y ese era Weaver.

Su trabajo ha sido clave para convertir el bullpen de los Yankees en una inesperada fortaleza en estos playoffs. En los primeros 23.1 episodios lanzados por los relevistas del conjunto del Bronx, apenas han permitido dos carreras, protegiendo de manera consistente las ventajas en entradas finales.

Para alegría de los Yankees, Weaver se une a la larga lista de lanzadores que no logran dar el grado como abridores y terminan convirtiéndose en relevistas exitosos.

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