deporte global

“Un modelo al revés”

¿Es prioridad nacional un nuevo estadio de béisbol?

En nuestro país se ha vuelto una costumbre reclamar un nuevo estadio de béisbol, cada vez que se realiza un evento internacional o local, como lo fue el juego de exhibición Boston vs. Tampa Bay, donde se revivió la narrativa de que en República Dominicana no contamos con una infraestructura adecuada a los nuevos tiempos.

Incluso llegan a la comparación que, en Estados Unidos los estadios de beisbol son pagados por los contribuyentes.

Lo que se ignora en ese análisis, es que esta potencia garantiza la accesibilidad al deporte desde la Escuela; y el deporte profesional está conectado al sistema educativo, favoreciendo al desarrollo social y económico de esa nación.

Pudiese ser cierta la discusión, en virtud de que el Estadio Juan Marichal tiene muchos años de ser construido, y lleva el nombre del monstruo de la Laguna Verde, quien es merecedor de cualquier tipo de reconocimiento, y, más cuando el beisbol es el pasatiempo nacional.

Ahora bien, ¿tenemos resuelto la accesibilidad y la participación al deporte de nuestros niños de manera gratuita? Nuestra nación vive una burbuja y una narrativa mediática, creyendo que el beisbol que se juega en LIDOM, es el resultado de la masificación de esta disciplina en todo el territorio.

Muy por el contrario, el beisbol profesional es una iniciativa privada, y, en nuestro caso funciona como si fuese un apéndice de la MLB.

Por lo tanto, lejos de aportar al desarrollo nacional, la industria del béisbol es una perturbación social. 

Para que este deporte pueda ser beneficioso y contribuya al estado de bienestar de una nación, debe ser el resultado de unas políticas públicas desde la escuela, que permita la accesibilidad de todos nuestros niños, sin ningún tipo de discriminación, bajo un esquema de conformidad a su etapa biológica, que inicia como recreación, primeramente, como juego y actividad física, y, finalmente, como un sistema deportivo desde la escuela, que se organice en el orden territorial, y le permita a la escuela abrirse a la comunidad.

Por esa razón, la Constitución dominicana establece que la recreación y el deporte son derechos fundamentales, y que se constituyen en políticas públicas de educación y salud. De igual manera la Estrategia Nacional de Desarrollo en su objetivo 2.7 establece el deporte como componente de formación integral del sistema educativo, para impulsar la práctica deportiva como mecanismo de cohesión e inclusión social, donde debe garantizarse igualdad de participación y el acceso, sin ningún tipo de discriminación. Agrega que debe ser en todo el territorio nacional que va desde lo local, municipal, provincial, regional y nacional.

Asimismo, la Ley General de Deportes 356-05; en su Artículo primero manda que la practica deportiva esta orientada esencialmente a la formación integral de nuestros niños en lo físico, intelectual y moral, a fin de contribuir al bienestar social.

En el orden internacional, tanto las Naciones Unidas como la Carta Olímpica declaran que la práctica deportiva es un derecho humano.

Amigos lectores, cuando establecemos desde la Asociación Dominicana del Derecho Deportivo (ADODEP), que la forma como opera el deporte en República Dominicana está al revés, no es el resultado de un capricho; sino que todo nuestro engranaje jurídico, que va desde nuestra constitución hasta las leyes, que son taxativas del rol que debe jugar el Estado con el deporte, incluso la razón de ser de conformidad al Artículo 75 de la Ley 356-05, es que la figura del Comisionado nace con la finalidad de impedir que el deporte profesional afecte al deporte aficionado.

En nuestro país a pesar de tener todos estos preceptos bien claros, el beisbol se ha convertido en un trastorno social, provocando una falta de accesibilidad de nuestros niños desde el sistema educativo, y la única prioridad que tiene el Estado es alimentar el deporte profesional y el alto rendimiento; afectando así los derechos fundamentales de los niños, jóvenes y adolescentes, por la carencia de un modelo educativo y deportivo, que sea incluyente, participativo, pero, sobre todo humano.

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