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Respeto contra conveniencia

Con 50 años de actividad -que se cumplen este año-, el torneo de baloncesto superior del Distrito Nacional mantiene un espacio ganado a base de pulso y de gusto popular.

Atacado por enemigos internos y externos, con sus altas y bajas, sus aciertos y sus errores, "el superior" cuenta con una jerarquía entre los actores del baloncesto dominicano.

Todavía con ciertos vicios entre sus organizadores, sobre todo en el manejo gerencial, su estatus es aceptado por entrenadores y jugadores.

Aun cuando alguno de los entes del baloncesto quiere probar su calidad y capacidad es el escenario del distrital el que más se elige para pasar la prueba.

Esto lo coloca en un pedal diferente por lo que su preservación se antoja como casi obligatoria.

Pero por otro lado tenemos la realidad de que el verdadero desarrollo del deporte del aro y el balón en un país no puede estar completo sin una liga nacional fuerte.

Es un equilibrio, un pulso anual al que se enfrentan la LNB y el distrital y en el medio del mismo, como especie de árbitro, siempre baila la Federación Dominicana de Baloncesto (Fedombal).

A la ecuación se agregan los demás torneos provinciales, además de las ventanas de la FIBA y demás compromisos internacionales de la selección.

Definitivamente que un año no da abasto para tanta actividad por lo que se impone una estructuración en el calendario de competencia.

Pero no es una solución fácil.

Una liga más sólida parece una necesidad, pero tampoco se puede echar a un lado un instrumento valioso y que forma parte de la idiosincracia del capitaleño como su "superior".

Cómo pueden convivir, qué espacio deben ocupar, es un tema pendiente y de difícil respuesta ya que cada año trae sus diferentes compromisos internacionales a lo que también se agrega la coincidencia con otras ligas extranjeras.

Es una prueba importante para la Fedombal y su incumbente Rafael Uribe, quien en su larga estadía en la presidencia ha demostrado dotes de gran negociador.