Osvaldo Virgil, peripecias de un pionero del béisbol
En esta fecha se conmemora el aniversario número 64 de su debut en las Grandes Ligas, lo cual abrió la compuerta por la que han desfilado ya un total de 812 peloteros dominicanos.
Los problemas que el padre de Osvaldo Virgil tuvo por estar en contra desde el inicio del régimen del dictador Rafael Leonidas Trujillo y los posteriores líos de faldas en que se metió, le llevaron a salir del país en 1937 para el Bronx, Estados Unidos.
La fama de mujeriego que tenía Henry Virgil se esparcía en todo Monte Cristi.
Isabel Pichardo de Virgil, la madre de Osvaldito, trabajaba en el servicio de la residencia de la gobernadora del pueblo, Isabel Maye, ante quien se quejó por la fama de donjuán que tenía su esposo.
Doña Maye hizo que lo cesantearan del muelle de Monte Cristi, donde laboraba como “práctico”, nombre con el que designaban a los encargados de buscar en botes a las goletas para que atracaran en el puerto.
“Papá era un tipo que tenía muchas mujeres y mi mamá celosa lo mandó a botar”, relata.
“Por eso y su antitrujillismo se tuvo que ir para Nueva York”, declara.
A pesar de sus infedelidades, la familia le siguió los pasos y en 1945 emigró hacia esa nación, una decisión que terminó incidiendo para que firmara al profesionalismo y posteriomente, en 1956, marcara un hito al convertirse en el primer dominicano en arribar a las Grandes Ligas, algo muy difícil en esa época para un negro, sobre todo si era latino.
Nueva escuela, aprendizaje del inglés y el béisbol formaron parte del ambiente con que se encontró Osvaldo en el Condado del Bronx.
En el 1950, a raíz de la Guerra de Corea, se vio precisado a realizar el servicio militar obligatorio como parte de la Marina de Estados Unidos, función en la que permaneció dos años manejando anfibios y camiones en los que eran transportado los soldados.
Agradecido del béisbol Por sus habilidades para jugar béisbol hizo el equipo de la base naval, un hecho que reorientó la brújula de su destino.
“El béisbol me salvó a mí de ir a Corea”, señala sobre el conflicto bélico suscitado en esa nación entre 1950 y 1953 que terminó dividiéndola en Corea del Norte y Corea del Sur”.
“Yo hice el equipo de la base y me sacaron. Estamos hablando del 1952”, rememora “El Oregano”.
“Luego me fui para el Bronx , jugué con un equipo local, me firmaron en el ´53 y ya ustedes saben la historia”, enfatiza sobre el resultado alcanzado en su reencuentro con el béisbol.
El 23 de septiembre de 1956 pisó un diamente de Grandes Ligas y abrió la compuerta por la que han desfilado desde entonces más de 800 jugadores dominicanos, entre ellos ganadores de los principales premios que se otorgan al final de cada temporada en el Gran Circo.
“Nosotros lo hemos hecho todo en las Mayores. Hemos tenido gerente general , Dirigentes del Año, Jugadores Más Valiosos, Cy Young y Novatos del Año”, destaca.
“Hemos obtenido todas esas cosas, yo puse mi granito de arena para elevar el nombre de la República Dominicana en el béisbol organizado”, resalta con evidente satisfacción este pionero del béisbol dominicano.
“Yo espero que me pongan en mi sitio, que me pongan donde yo merezco. No fui una estrella, pero sin embargo fui el primero”, indica.
Virgil se muestra orgulloso del sitial alcanzado por los peloteros quisqueyanos más de seis décadas después.
Apunta que si en Estados Unidos y otras naciones donde se juega un béisbol de calidad, como Japón, Puerto Rico, Venezuela, México y Corea, entre otras, se pregunta por un político dominicano es posible que no le conozcan.
“Pero si tú preguntas quién es Pedro Martínez, Julián Javier, Juan Marichal te van a decir ´ese nació en República Dominicana´, el mejor país del mundo para mí”, resalta esta gloria deportiva nativa de Montecristi.
Lesionado Virgil, un utility al que solo le faltó lanzar y defender el prado central, ha tenido que sobrevivir con las molestias que le ocasionó en la rodilla derecha la posición de receptor.
“Esa rodilla está hinchada y me duele mucho al caminar”, indica “El Orégano”, quien hoy debió viajar a Estados Unidos y pasar por la sala de cirugía para extraerle líquido.
No obstante, la operación fue pospuesta para la próxima semana, por lo que aún permanece en su hogar de Montecristi, donde ha estado prácticamente a escondidad para evitar contagiarse del coronavirus, algo muy peligroso para una persona de tan avanzada edad.
El aeropuerto de su pueblo natal, un aeródromo que duró mucho tiempo fuera de servicio, fue remozado y bautizado con su nombre en 2007, le llena de orgullo.
El mismo fue elevado a la categoría de aeropuerto internacional en 2017 para mayor satisfacción de Virgil, quien se graduó de piloto mientras pertenecía a los Tigres de Detroit entre 1958-61.
Manifiesta que el sonido de los motores de aviones, los que llamaron su atención desde que era niño cuando en Montecristi aterrizaban naves procedentes de Santo Domingo y Santiago, le mantienen con vida.
“Otro sonido que me da vida es de la chicharra de un carrete cuando estoy pescando aquí en Montecristi, mi pueblo natal. Todavía lo hago”, declara, quien mantiene un buen estado de salud.
“La presión está buena. Me tomo mi cervecita moderadamente. Esas cosas me mantienen vivo”.
PERFIL Osvaldo Virgil Inmortal del Deporte Aeropuerto lleva su nombre La terminal, un aeródromo que duró mucho tiempo fuera de servicio, fue remozada y bautizado con su nombre en 2007, La misma fue elevado a la categoría de aeropuerto internacional en 2017 para mayor satisfacción de Virgil, quien se graduó de piloto mientras pertenecía a los Tigres de Detroit entre 1958-61.
SEPA MÁS Misceláneos de su Carrera
1956. Debutó en las Mayores el 23 de septiembre de ese año con los entonces Gigantes de Nueva York en un partido contra los Filis de Filadelfia.
1958. “El Orégano”, se convirtió también en el primer jugador de color en vestir la camiseta del combinado de los Tigres de Detroit.
Nueve años. Entre 1956-1969 militó con los Gigantes de New York, Tigres Detroit, Piratas de Pittsburgh, Atléticos de Oakland y Orioles de Baltimore. Su promedio de por vida fue de .231.