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PANDEMIA

Industria británica de las apuestas deportivas sufre duro golpe con las suspensiones

Con la suspensión de las competiciones deportivas debido a la crisis del coronavirus, la industria británica de las apuestas ha sufrido un duro golpe. Su falta de actividad puede también repercutir en los clubes, debido a su creciente y polémico papel como patrocinadores.

Desde la 'Gambling Act', la ley que entró en vigor en 2007 para liberalizar la industria del juego en Gran Bretaña, el sector ha vivido un crecimiento constante. Pero ahora vive amenazado: Sin fútbol ni deporte en directo los ingresos caen en picado.

En 2018, el producto bruto de los juegos (PBJ) -sumas apostadas por los jugadores menos lo que recibieron en ganancias- alcanzó los 14.400 millones de libras (16.300 millones de euros), frente a los 8.400 millones (9.500 millones de euros) en 2011.

En medio de actividades variadas -casinos en línea, lotería nacional, rasca y gana, casinos reales y bingos-, las apuestas, deportivas o no, son la gallina de los huevos de oro, con 5.200 millones de libras (5.900 millones de euros) de PBJ el año pasado, 1.500 millones de libras (1.700 millones de euros) procedentes del fútbol.

Todo es posible en el mundo de las apuestas, a imagen de Peter Edwards, que apostó 5 libras (5,6 euros) en 2000 a que su nieto de tres años jugaría en la selección nacional de Gales de fútbol. En 2013, cuando Harry se convirtió a los 16 años en el internacional más joven del país, ganó 125.000 libras (141.000 euros).

El impacto de la suspensión de los partidos de fútbol, pero también de rugby, de cricket, sin olvidar las carreras de caballos, otro bastión tradicional del mundo de las apuestas, es violento e inmediato.

A la bancarrota

William Hill, con el 53% de cifra de negocios procedente de las apuestas deportivas, anuló el pago de su dividendo y estima en 110 millones de libras (120 millones de euros) el posible impacto de la crisis sanitaria en sus beneficios.

Flutter Entertainement's, la empresa que gestiona Betfair o Paddy Power, está todavía más expuesta, con el 78% de sus ingresos procedentes de las apuestas deportivas. Cifra entre 90 y 110 millones de libras el impacto de la crisis en sus beneficios.

La anulación del Grand National, la célebre carrera ecuestre de obstáculos que se disputa cerca de Liverpool a comienzos de abril, le dejará sin 100 millones de libras en cifra de negocios, según Barry Orr, portavoz de Betfair.

"Nunca (fuera de tiempos de guerra) había habido tantas turbulencias", aseguró a la AFP William Woodhams, presidente de Bookmaker Fitzdares.

"Es un golpe mayor en la industria del deporte y pagaremos el coste numerosos años. Es una verdadera catástrofe, muchos se van a la ruina", añadió.

Invasión del espacio

A pesar de su mala situación, no hay que esperar una ola de simpatía por parte de la opinión pública británica por una industria a menudo criticada por su falta de acción contra las adicciones y por su presencia cada vez mayor en el fútbol y en el rugby.

En Premier League, la mitad de los equipos (10 de 20) cuentan con empresas de apuestas deportivas como principales patrocinadores de sus camisetas.

Mayor es la proporción en la segunda división, la también potente Championship -cuyo patrocinador oficial es el operador de apuestas Skybet-, con 17 de 24 equipos patrocinados por este tipo de empresas.

El también popular campeonato de rugby a XIII, la SuperLeague, está patrocinado por Betfred. Tribunas e incluso estadios completos han sido rebautizados a la gloria de estas empresas, como el Bet365 Stadium de Stoke.

El papel jugado por el casino en línea 32Red en la llegada de la leyenda Wayne Rooney al Derby County (Championship) -acordó una prima especial con el club para pagar el salario de su futuro número... 32-, fue observado como una violación de la ley de competencia.

El sector ha sido excluido del plan de ayuda británico para salvar empleos.

La red de 8.300 casas de apuestas en Gran Bretaña y los 50.000 empleos que generan podría pagar un duro tributo en estos tiempos de coronavirus.