Reflexiones del director
Libertad de expresión y redes sociales
El debate sobre el papel de las redes sociales, el periodismo y la democracia es crucial para comprender cómo las nuevas tecnologías están transformando la forma en que comunicamos.
Y, también , cómo nos relacionamos con la verdad, la libertad de expresión y la democracia.
Estas realidades las pudimos abordar en el reciente foro organizado por el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones en UNIBE.
Me tocó hablar del tema de la libertad de expresión y redes sociales, junto a los colegas directores de El Nuevo Diario, Persio Maldonado, y de El Día, José Monegro.
Expresé que en el contexto actual, es vital entender que la libertad de expresión y la libertad de prensa no son conceptos dados por sentados.
Durante años, organizaciones como la Sociedad Interamericana de Prensa, han luchado por proteger estos derechos frente a gobiernos que buscan restringirlos.
Hoy más que nunca, como periodistas, debemos ser conscientes de los riesgos que enfrentamos en un entorno donde la desinformación y los intentos de censura son constantes.
La lucha no solo es contra regímenes autoritarios, sino también contra las grandes plataformas tecnológicas que pueden manipular la información de manera decisiva.
El acceso a las redes sociales ha dado lugar a un fenómeno de democratización de la información.
Sin embargo, esa democratización tiene un lado oscuro: la fragmentación de las audiencias y la propagación de la desinformación.
Las audiencias ahora eligen, a través de algoritmos, lo que quieren escuchar, y esto ha ido creando burbujas de información y polarización.
Como periodistas, es nuestro deber ofrecer un contrapeso a esta tendencia, proporcionando información de calidad y ayudando a las audiencias a discernir la verdad en medio del caos informativo.
La calidad del periodismo está en juego. Ha disminuido en la medida en que las plataformas digitales han fortalecido su poder.
Las grandes empresas tecnológicas tienen un control enorme sobre lo que se consume y cómo se consume.
Este poder de decisión, de filtrar y segmentar la información, afecta la forma en que los periodistas y los medios de comunicación pueden llegar a sus audiencias.
Cuando nos enfrentamos a estas realidades, debemos reflexionar sobre la ética del periodismo y cómo podemos seguir siendo fieles a los principios de la veracidad y la objetividad en un mundo donde las audiencias ya no son las mismas.
Reconocimos que la forma en que las nuevas generaciones perciben la libertad de expresión ha cambiado.
Muchos creen que son los únicos dueños de su voz, y que pueden comunicar lo que quieran sin considerar las consecuencias sociales y políticas.
Los periodistas debemos seguir defendiendo la idea de que la libertad de expresión no es solo un derecho individual, sino un bien colectivo que debe ejercerse con responsabilidad.
El periodismo, como institución, tiene un papel esencial en guiar a la sociedad hacia un entendimiento más amplio y profundo de los asuntos que realmente importan.