Reflexiones del director

Charlando con futuros periodistas

Recibir en el Listín Diario a los estudiantes de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, hace pocos días, fue una experiencia enriquecedora.  

No solo para ellos, sino también para mí.

Creo firmemente en el valor de estos encuentros con las nuevas generaciones, porque nos permiten compartir experiencias, discutir tendencias y, sobre todo, ayudar a formar a quienes serán el relevo del periodismo en el país.

Cada vez que tengo la oportunidad de conversar con jóvenes estudiantes, siento que el periodismo está vivo, en constante evolución, pero también veo los enormes desafíos que enfrentan quienes aspiran a ejercerlo con seriedad y compromiso.

En este encuentro, abordamos muchas de esas preocupaciones: la desinformación, la irrupción de la inteligencia artificial, la segmentación de audiencias, la crisis de confianza en los medios y el modelo de suscripción digital, entre otros temas.

Al comenzar la charla, les recordé que el Listín Diario, a pesar de ser un periódico con 135 años de historia, ha sabido adaptarse a la transformación digital sin perder su esencia.

Desde la pandemia, el periodismo ha cambiado radicalmente y hemos tenido que adoptar estrategias que nos mantengan a la vanguardia.

Una de ellas es la combinación del periodismo tradicional con nuevas narrativas, como la narración en primera persona y el “periodismo del día después”, que nos permiten contextualizar los hechos y humanizar la información en un mundo saturado de datos.

También hablamos de la evolución de las redacciones.

Hace dos décadas, en muchos medios, la versión impresa y la digital competían entre sí, casi como si fueran rivales.

Hoy, esa división ha desaparecido. Lo impreso y lo digital conviven, se complementan y fortalecen la labor periodística.

Les expliqué cómo en el Listín Diario hemos logrado esa simbiosis, adaptándonos a los cambios sin perder nuestro compromiso con la verdad.

Pero los retos no son solo tecnológicos.

La desinformación es una de las mayores amenazas que enfrentamos, sobre todo en la era de las redes sociales, donde cualquier persona con un teléfono móvil puede publicar contenido sin ningún filtro ni responsabilidad.

Les conté cómo, en la redacción, nos tomamos muy en serio la verificación de los hechos antes de publicar, evitando caer en la tentación de replicar rumores o noticias falsas que, lamentablemente, algunos influencers y hasta ciertos medios difunden sin cuestionar.

Este punto nos llevó a un debate interesante: la relación entre periodismo e influencers.

Les expliqué que muchos de estos creadores de contenido han ganado gran influencia, pero que su falta de rigor en el manejo de la información representa un problema.

Sin embargo, los medios tradicionales no podemos ignorar esta realidad.

Otro aspecto que preocupó a los estudiantes fue la seguridad de los periodistas.

No solo en términos de riesgos físicos, que siguen siendo una realidad, sino también frente a las presiones políticas y empresariales que buscan influir en la cobertura noticiosa.

Les conté sobre los ataques que muchas veces recibe la prensa cuando se atreve a desafiar narrativas oficiales o intereses económicos, algo que vivimos a menudo en la redacción.

Al final del encuentro, me sentí satisfecho. No solo porque pude compartir mis experiencias, sino porque vi en ellos una generación inquieta, crítica y dispuesta a enfrentar los retos del periodismo con seriedad.

Les reiteré que este oficio no es fácil, que exige vocación, sacrificio y, sobre todo, compromiso con la verdad.

Pero también les recordé que es una profesión apasionante, que nos permite ser testigos de la historia y contarla con responsabilidad.

Cada conversación como esta me reafirma que el futuro del periodismo sigue en buenas manos, siempre y cuando quienes lo ejerzan comprendan que la credibilidad es su mayor tesoro y que, en tiempos de crisis informativa, el rigor y la ética siguen siendo la mejor respuesta.

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