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¡Ya basta de estas barbaridades!

Solo en un país donde las autoridades denotan una cuestionable y pobre conciencia sobre la importancia de la educación pueden suceder afrentas tan indignantes como las que hoy denunciamos.

¿Cómo se justifica que un ministro o un director distrital decida demoler un plantel escolar, dejando a cientos de estudiantes y profesores sin aulas, con la promesa de construir uno nuevo en cuatro meses, solo para abandonarlos a la incertidumbre y al olvido durante años?

En el histórico poblado de Las Carreras, Baní, lugar donde se libró una de las batallas más decisivas por la Independencia Nacional, las autoridades educativas demolieron una escuela en julio de 2023.

Lo que siguió fue un atropello vergonzoso. El año escolar 2023-2024 transcurrió en templos, viejas discotecas y, finalmente, en aulas móviles, tras la presión de reportajes del Listín Diario y otros medios.

El 10 de agosto de 2024, ante la desesperación, toda la comunidad bloqueó la carretera Sánchez, paralizando el tránsito hacia la región sur.

¿El resultado? Las autoridades hicieron otra promesa de agilizar los trabajos, mientras los estudiantes y docentes permanecen, aún hoy, en aulas móviles.

En Jacagua, Santiago, el patrón de irresponsabilidad se repite.

En marzo de 2024 demolieron una escuela con la misma falsa promesa de reconstruirla en cuatro meses.

Estamos a puertas de marzo de 2025 y ni siquiera han clavado la primera varilla.

Desde entonces, los niños de primero a quinto grado sobreviven apiñados en un templo improvisado, dividido con cartones que hacen las veces de paredes.

Peor aún, los alumnos de sexto, séptimo y octavo grado tienen que recorrer a pie dos kilómetros, atravesando pendientes peligrosas, para asistir a un plantel alterno.

Pero el colmo de la indignidad lo encontramos en Tenares, Hermanas Mirabal, donde estudiantes y docentes han sido obligados a estudiar en una funeraria.

Una escuela que lleva años en construcción apenas ha avanzado un 15%, mientras los futuros profesionales del país toman clases en un espacio diseñado para velar a los muertos.

Estudiar en una funeraria es el símbolo más contundente del desprecio con que estas autoridades tratan la educación, como si fuera un asunto sin vida, sin importancia, sin alma.

¿Dónde más en el mundo ocurren estas barbaridades? No hay nación que aspire a prosperar con semejantes prácticas y criterios indignos sobre la educación.

El Listín Diario alza su voz con vergüenza y furia para denunciar este desdén por el futuro de la juventud dominicana.

¡Exigimos que las autoridades cumplan con su deber y que cesen de una vez estas infamias que pisotean la dignidad y el derecho fundamental a una educación de calidad!

¡Ya basta de tantas barbaridades!

//BOTON TEMPORAL FLIPPAY