Por quienes merecen amor
Cuando en la familia hay un miembro con el Trastorno de Espectro Autista (TEA) sobrevienen dos realidades irreversibles: un amor inconmensurable y un gasto económico extraordinario.
Unas pocas familias pueden hacer frente por sí solas al sostenimiento económico de tratamientos, terapias y educación especial para estas personas.
La mayoría requiere el apoyo del Estado para suplir las necesidades de niños y niñas que tienen esa condición.
Pero resulta que a pesar de que la Ley 34-23 de Atención, Inclusión y Protección para las Personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) dispone un conjunto de apoyos para esa gente, en los hechos se queda en letra muerta.
Y eso no puede ser aceptado por una sociedad y un gobierno que se proclaman inclusivos.
El gobierno está en el deber de crear todos los mecanismos de ayuda y disponer los fondos necesarios para que la niñez con TEA pueda contar con las atenciones especializadas que requieran.
Le sugerimos, muy humildemente al presidente Luis Abinader, que encamine programas activos para auxiliar a esta parte de la población que no tiene recursos para darle calidad de vida a la niñez con TEA.
La ley que ordena proteger a la niñez con TEA merece ser un estandarte de solidaridad y desde ella tener funcionarios competentes para dar amor y protección a una población vulnerable.
La primera dama, señora Raquel Arbaje, sería una excelente líder para encabezar un esfuerzo nacional de servicios a la niñez con TEA.
Con la ley, con la acción, derramemos amor y auxilio a las familias que por años han batallado solas con sus hijos afectados por el Trastorno del Espectro Autista.