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Las urgencias de La Cuaba

La Cuaba, una comunidad de 24,000 habitantes, es la perfecta representación del microcosmos de las desigualdades que persisten en el resto del país.

Sus problemas de infraestructura, salud, educación y seguridad no sólo son simples carencias, sino el reflejo de una negación persistente de sus derechos fundamentales, tal como ocurre en otras comunidades pobres.

Los ejecutivos de este diario, en la continuación de su programa “Listín en el barrio“, estuvimos en ese poblado, distante a tan sólo 36 kilómetros de la capital.

Pese a ser una especie de “comunidad satélite” de la urbe, dada esta cercanía, poco se beneficia de las atenciones a sus necesidades básicas, algunas de las cuales comenzamos a publicar ayer y continuamos hoy.

El acceso a la educación es una de esas carencias. Decenas de niños y jóvenes cruzan diariamente el río Higüero por un improvisado puente de piedras y sacos, siempre y cuando los temporales lluviosos no se lo impidan.

Esta situación persiste desde el 2001 y pese a las promesas de los gobiernos, el puente sigue siendo un sueño frustrado.

Sus habitantes aspiran a que el Ministerio de Educación amplíe la oferta de carreras técnicas en el politécnico existente y que instale una escuela vocacional.

Pensamos que las Escuelas Vocacionales de las Fuerzas Armadas podrían dar una ayuda esencial ante esta necesidad, y ojalá que el Ministerio de Defensa pondere esta solicitud.

En el aspecto de la salud, el panorama también es crítico. Aunque tiene un centro de atenciones primarias, la falta de medicamentos, herramientas básicas y una ambulancia ha sido causa de muertes evitables.

Emergencias que podrían atenderse en minutos terminan en tragedia porque las ambulancias del 911 tardan hasta dos horas en llegar desde la capital.

Otro problema grave, muy común en otras comunidades del país, es la del suministro eléctrico. Allí viven entre apagones constantes y un precario sistema de distribución que genera un “sube y baja” incapaz de soportar aparatos básicos.

La inseguridad ciudadana es otra preocupación latente. La limitada presencia policial y la falta de un destacamento adecuado exponen a la población a los robos y asaltos de los malhechores, especialmente a los jóvenes que madrugan para asistir a clases en la UASD.

Es urgente que las autoridades se muestren más sensibles y dispuestas a atender las necesidades de La Cuaba, ya que de promesas incumplidas están cansados.

La Cuaba no pide lujos ni privilegios, sólo lo necesario para que sus habitantes vivan con dignidad.

Es hora de que el gobierno cumpla su deuda social histórica con esta comunidad y demuestre que ningún rincón del país está condenado al olvido.

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