Tanto dinero… ¿para qué?
Es inquietante que, pese a la multimillonaria asignación presupuestal de que dispone, el sistema educativo siga sumido en un caos que desafía toda lógica.
Para este año, por ejemplo, maneja la descomunal cifra de 297 mil 041 millones de pesos, el equivalente al 4 por ciento del Producto Interno Bruto.
Esta cantidad, que representa el mayor compromiso financiero del Estado hacia un sector, parece diluirse en un mar de problemas sin solución a la vista.
Lo que se percibe es que la calidad de la enseñanza y el ambiente de aprendizaje están bajo una continua degradación, en lugar de mejorar.
En estos momentos, por ejemplo, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) en Santiago, mantiene la paralización de clases en 63 centros educativos.
Ahora mismo el sistema enfrenta interrupciones constantes que afectan el derecho fundamental de los estudiantes a recibir educación.
Por otro lado, es alarmante el nivel de indisciplina y violencia que se manifiesta en las aulas.
Como la reciente agresión de un estudiante hacia una docente en Tenares, lo que evidencia un preocupante deterioro en la convivencia y el respeto en el ambiente escolar.
Pese a los recursos invertidos en el Ministerio de Educación, se siguen acumulando situaciones de incompetencia docente, instalaciones en ruinas, planteles inconclusos y actos de violencia entre estudiantes y hacia los profesores.
Es evidente que el problema no es la falta de dinero, sino la falta de gestión y el desdén por resolver los problemas de raíz.
La sociedad no puede seguir observando, impasible, cómo el sector educativo fracasa año tras año en su propósito fundamental de elevar el nivel de enseñanza.
Por lo tanto, se impone un giro radical en su gestión.
Un cambio que permita que cada peso invertido contribuya de manera directa y efectiva a la formación de los estudiantes, creando un entorno seguro y propicio para el aprendizaje.
La pregunta sigue siendo, ¿tanto dinero, para qué?