Los desarraigados
En las calles de Santo Domingo comen, orinan, defecan y duermen cientos de personas que viven de la caridad pública o volteando fundas de basura.
Están en semáforos, parques, monumentos y cuando termina su “jornada” tienden una caja de cartón en una acera y allí duermen hasta media mañana.
Es un cuadro dramático por partida doble: primero, porque se trata de personas –dominicanas y haitianas- sumidas en la pobreza y sin el más mínimo arraigo en la sociedad.
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