Despejemos la vía pública
Transitar por las vías del Gran Santo Domingo constituye un desafío por los tapones interminables, la obstrucción de los espacios públicos y la inseguridad.
Para enfrentar cada uno de esos problemas, el ordenamiento legal ha puesto claras atribuciones a los organismos del Estado y sus funcionarios juraron cumplir y hacer cumplir la ley.
Los ayuntamientos están en la obligación de garantizar que conductores y peatones encuentren las calles, avenidas y aceras despejadas de todo tipo de obstáculos.
La autoridad del tránsito tiene asignadas labores de prevención de accidentes, gestión de la circulación y fiscalización de las violaciones a la ley.
La Policía Nacional es responsable de proveer seguridad para que las personas puedan desplazarse sin temor de ser asaltadas o agredidas, y si se registran estos actos, actuar para detener a los malhechores.
Se supone que estas instituciones deben coordinarse para sumar fuerzas y trabajar para que la ciudadanía viva, trabaje, estudie y haga esparcimiento con plenas garantías.
En el caso de las chatarras que permanecen en la vía pública en toda la capital, como basura que es, corresponde a los ayuntamientos retirarlas.
Los alcaldes de Santo Domingo Este, Norte y Oeste han respondido al llamado del Listín comprometiéndose a recoger esa basura y en algunos casos ya comenzaron.
No obstante, el Ayuntamiento del Distrito Nacional declaró que eso no le corresponde y estima que es atribución de la autoridad del tránsito.
Conviene que el cabildo del Distrito Nacional asuma su responsabilidad de retirar estos desperdicios, con la misma autoridad que dispone crear ciclovías, modificar el sentido de la circulación en calles y conmina a retirar escombros de la vía pública.
República Dominicana tiene en el turismo el sector más dinámico de la economía y Santo Domingo es la primera ciudad fundada en América, razones suficientes para que mantenerla limpia sea una prioridad.
Autoridades y ciudadanos tenemos la obligación y el deber de colocar la limpieza y el orden en el peldaño más alto de nuestra cultura y forma de vivir.
Esa acción aligerará los tapones y los delincuentes tendrán menos madrigueras para asaltar, violar y matar.