Una infancia robada, una sociedad ciega

Carina, una niña de 14 años con discapacidades, ha sido víctima de una doble tragedia que debería sacudir nuestra conciencia colectiva.

Ella ha sido violada y desarrolla un embarazo de cuatro meses, lo que implica que su situación abre el espacio para un futuro dilemático de su vida.

La de ella es una realidad desgarradora que refleja la indefensión de los más vulnerables en nuestra sociedad.

Carina no habla, no camina y su desarrollo cerebral corresponde al de una niña muy pequeña.

Su madre, María, describe cómo su hija nació prematura y con un desgaste cerebral que ha marcado su vida y la de su familia.

Carina necesita cuidados constantes, usa pañales desechables y depende completamente de su madre para alimentarse y asearse.

Al establecer los médicos ginecólogos que lleva en su vientre una criatura hembra, su propia condición de niña discapacitada y hasta ajena de esa realidad representa una dolorosa tragedia.

Su caso se asemeja a otros en los que menores de edad son violados por hombres o mujeres insensatas y aborrecibles, aunque la diferencia está en que se trata de una niña que no sabe ni podrá distinguir la realidad en que vive.

Esta condición convierte su tragedia en un drama doloroso, para ella, su familia y toda la sociedad.

A la vez, es una llamada de atención sobre la necesidad de que niños, niñas y adolescentes en condiciones de discapacidad, ameritan de un trato exclusivo y esmerado de sus padres, con la ayuda de las instituciones que se ocupan de proteger sus derechos.

La historia de Carina es conmovedora y debe suscitar una pronta consulta de la familia, los médicos y esas instituciones, para salvar su vida y garantizarle un desarrollo de vida menos trágico al que ya afronta, sin saberlo.