Los que se van en yolas
Buscando mejores oportunidades económicas, centenares de dominicanos siguen arriesgando sus vidas en los viajes en yolas hacia Puerto Rico.
Solo en los primeros cinco meses de este año la guardia costera de Estados Unidos ha detenido y devuelto a 402 dominicanos y extranjeros que se lanzaron a la aventura.
Pero entre octubre de 2023 y el 31 de enero del corriente año, fueron detenidos 742 migrantes dominicanos.
Si a estas estadísticas sumamos las acumuladas desde el 1 de octubre de 2022 al 30 de septiembre de 2023, se apreciará la magnitud del fenómeno.
En ese lapso de un año fueron detenidos 2,161 viajeros, de los cuales 1,861 eran dominicanos, 264 haitianos, 15 venezolanos y otros extranjeros.
A diferencia de las causas que empujan a haitianos y venezolanos a buscar otros rumbos, tal como la inestabilidad política o social, la violencia o el hambre, en el caso de los dominicanos es muy clara y diferente.
La razón principal subyacente es la falta de buenos empleos, la pobreza y la comprobación o percepción de que aquí no hay muchas oportunidades para cumplir sus sueños.
Es importante que el Estado cumpla más eficazmente su responsabilidad frente a estas necesidades humanas, para disuadir esta tendencia a la migración irregular masiva.
De nada vale exhibir datos cuantitativos del crecimiento o fortaleza de nuestra economía, si a la vista nos encontramos con el tremendo drama de centenares de dominicanos que arriesgan hasta la vida en el mar Caribe en yolas o embarcaciones no aptas.
Para llegar a ese extremo de la desesperación y de la utopía, sacrifican lo que tienen, dejan familias o se endeudan para luego saldar sus cuentas con remesas.
El grueso de las remesas que hoy constituyen un soporte vital de la economía dominicana proviene, justamente, de aquellos que se fueron del país, legal o irregularmente, procurando trabajar para otros países, porque el suyo les negó esas oportunidades.