Mercenarios versus mercenarios

Ninguna fórmula de solución política funcionará en Haití si antes no la precede una operación militar de envergadura.

En medio del vacío de poder actual, lo único cierto es que el país, fragmentado, está bajo el poder de mercenarios, no de la clase política.

De ahí que la idea de organizar una fuerza armada multinacional para tratar de encontrar un equilibrio al vacío de poder haya sido la opción más debatida y aceptada por la ONU y el Caricom, desde el agudizamiento de la crisis.

Por tanto, en un escenario de insurrección y violencia armada lo que cabe es una solución de choque, de fuerza, para dominar a las bandas de mercenarios.

Mientras la comunidad internacional, timorata, ha comenzado a experimentar un proyecto de restablecimiento institucional mediante la instalación de un consejo presidencial, el caos se profundiza.

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Esto se hubiese resuelto hace tiempo si Estados Unidos, que dice disponer de 300 millones de dólares para movilizar esa fuerza, le encomendara tal misión a los hombres de la Blackwater.

Aunque ahora se llama Academi, se trata de la mayor compañía privada de mercenarios de Estados Unidos, usada por el gobierno en distintas operaciones militares en el exterior.

Son expertos en lucha anti guerrillera y antiterrorista, así como en desestabilización de gobiernos extranjeros.

Sus hombres fueron contratados para el plan de asesinar a Osama bin Laden, el líder de los talibanes afganos.

Se la considera el ejército privado de mercenarios más rudo del planeta, por encima del grupo Wagner, hechura de los rusos.

Su capacidad para “chapear bajito” al enemigo es antológica.

¿Por qué los Estados Unidos y el Caricom, que hasta ahora lucen con reservas para mandar sus soldados o policías a Haití, no apelan a esta opción, la de Blackwater, como lo han hecho en el pasado para otras coyunturas más graves que la de Haití?

Así no aparecen patrocinando una coalición formal ni habría necesidad de lograr aprobación de ONU y de más nadie para ejecutar la intervención.