Políticos “pica-pica”

Los escrúpulos se perdieron hace tiempo en nuestro sistema político.

Por eso, las convicciones y las lealtades forjadas sobre la base de una ideología o de la causa democrática, han pasado a ser mercancías baratas.

El elector no tiene la seguridad de que el candidato para el cual votó representará finalmente sus intereses, ni que se mantendrá fiel al partido que lo postuló y cuyos principios o doctrina juró defender.

El hecho de que en menos de tres años se haya producido una mudanza masiva de legisladores de un partido a otro es un penoso reflejo del bajo nivel de compromiso que prometieron a sus simpatizantes-electores.

Cambiar de chaqueta política para pasar de la oposición al partido del gobierno, o viceversa, solo es un indicador de la progresiva tendencia a vaciar de contenido la democracia.

Un fenómeno que está ocurriendo en toda América Latina desde que el “populismo” suplantó la crucial lucha por los valores esenciales de la política y la democracia, para apostar a un engañoso “pragmatismo” que, en el fondo, oculta sus trampas.

A eso le llaman “el arte de lo posible”, para enmascarar el pecado de su falsía o inconsistencia. Y, naturalmente, para justificar la compra y venta de lealtades partidarias.

El “dame lo mío”, santo y seña con el que los famosos “Pica-pica” se abalanzan hacia los ciudadanos pidiéndoles dinero, es un típico producto de ese “pragmatismo” que pretende justificar las inescrupulosidades.

Nadie, en su equilibrado juicio, admitirá que estas mudanzas de un partido a otro, este cambio de chaquetas partidarias, obedece a un acto de constricción pura y profunda, arrepentido de un error o equivocación al adherirse a la organización que facilitó su elección.

Pero mientras la sociedad siga mostrándose indulgente o indiferente frente a esta degradación de la política, que no se queje luego cuando los valores democráticos cuya protección confió a los funcionarios electos, comiencen a diluirse debilitando nuestros soportes institucionales.