El milagro de Rosa

Rosa Paccagnella Capuzo, en condición especial desde su infancia, es un emblema de fe y esperanza.

Dios ha hecho un milagro con ella, proveyéndola de fuerza de voluntad para abrirse paso en la vida con la cruz de un mal incurable, el de la osteogenosis imperfecta.

Esta enfermedad, rara en el mundo, quiebra fácilmente los huesos de una persona y, quienes la sufren, por lo general llevan una vida de muchas privaciones.

Necesitada de un abrigo hogareño, con trato cariñoso y humanitario. Dios puso en su camino a una pareja de esposos italianos que le dio cobijo y educación, al igual que a su hermano, que también padece la misma enfermedad.

No solo Rosa y su hermano, sino otros niños en condición especial, fueron agraciados por la filantropía de la pareja Paccagnella-Capuzo, que los acogió como familia.

Pese a múltiples operaciones a las que tuvo que someterse por fracturas de sus huesos, logró graduarse de bachiller a los 18 años, luego de licenciada en Derecho y este sábado completó su maestría en Criminología.

La Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, donde ella hizo su carrera profesional, le brindó siempre un trato preferencial, para que su condición física no fuese un impedimento insalvable.

Rosa es un modelo de perseverancia, de valor ante el sufrimiento y la aceptación de una enfermedad incurable, que eligió cumplir sus aspiraciones para servir al país desde la investigación criminológica.

Cuando subió a la plataforma a recibir su diploma apoyada en sus muletas, Rosa no vaciló en mostrar su gratitud a Dios al decir que “tengo unos ángeles que me protegen”, tanto en la tierra como en el cielo.

El de Rosa es un ejemplo elocuente para aquellos jóvenes, como ella, de apenas 28 años, que titubean, se rinden o se convierten en rehenes de la frustración y no luchan por su superación personal.

Siempre habrá un Dios generoso y magnánimo para aquellos que confían en él y les da las muletas de la voluntad y la esperanza para triunfar en la vida, por encima de cualquier escollo.