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editorial

El “Plan B” frente a Haití

La República Dominicana debe de estar lista ya para asumir el “Plan B” de lo que sería su papel ante la inminente intervención de tropas extranjeras en Haití.

Intervención implica involucrar a fuerzas externas en un escenario de guerra interna entre el gobierno haitiano y las pandillas de civiles armados, con todas sus consecuencias.

Al compartir frontera con Haití, foco de las eventuales operaciones bélicas, la República Dominicana quedará directa o indirectamente comprometida con los objetivos de la intervención.

La frontera, en este caso, tendrá un valor estratégico clave para las tropas interventoras.

Porque necesitarán de un acceso más expedito y sin riesgos a infraestructuras de refugio o reabastecimientos en nuestro país que no tendrían en Puerto Príncipe u otras ciudades haitianas.

Al apresurar el establecimiento de relaciones diplomáticas con Kenia, la nación que liderará la coalición internacional, una lógica de la diplomacia indica que no podría negarle a ese país, ni a los que la acompañen, los auxilios especiales que necesitasen en este proceso.

De hecho, al pedir ayer el canciller dominicano una acción urgente y “contundente” de las tropas de ocupación, el país queda alineado y comprometido con esa causa.

En tal virtud, es previsible esperar que, en lugar de aflojar el cerco militar fronterizo, lo robustezca en un escenario de confrontación interna en Haití, para sellar cualquier vía de fuga o repliegue de los pandilleros armados hacia esta parte de la isla.

Las características del “Plan B” de seguro que contemplarían nuevas acciones para garantizar la seguridad ciudadana e interna del país, donde residen millares de haitianos indocumentados o de manera ilegal.

EL "PLAN B" FRENTE A HAITÍ Video

EL "PLAN B" FRENTE A HAITÍ


La historia contemporánea de las relaciones de ambos países demuestra que, en encrucijadas semejantes, las posturas de neutralidad y de no adhesión a medidas condenatorias, han sido comunes a ambos países.

Con la perspectiva de la intervención armada, la situación sería distinta, pues República Dominicana la ha solicitado, la apoya y, según lo que ha dicho el presidente Abinader, estaría abierta a una cooperación de tipo humanitario, si fuese preciso.

Esta posición no es caprichosa. Obedece a las fidedignas expectativas de que la situación de violencia y caos en Haití perjudica los intereses nacionales y hasta regionales, y solo cabe ponerle control y fin lo más rápido posible.