editorial

Extorsión a las claras

De manera muy recurrente, militares, policías e inspectores de Migración aparecen comprometidos en prácticas de extorsión contra haitianos, estén o no de manera ilegal en el país.

Esta es una de las causas por las que el tráfico de ilegales se ha sistematizado en la frontera.

Los traficantes se las ingenian para cobrar buen dinero por la transportación y para sobornar a las autoridades, desnaturalizando el efecto de las normas migratorias.

Cuando se trata de redadas para detener ilegales, se han publicado denuncias de que, en el caso de muchos, si pagan “coimas”, fácilmente se libran de ir a un centro de retención o de ser repatriados.

También estos esquemas de “peajes” perjudican a haitianos que portan sus documentos de identidad o permisos de residencia y aun así, bajo prisión irregular, tienen que pagar por su libertad.

Estas prácticas, consuetudinarias, violan flagrantemente algunos artículos de nuestra Constitución.

Como, por ejemplo, el artículo 40, que consagra que “nadie podrá ser reducido a prisión o cohibido de su libertad sin orden motivada y escrita de juez competente, salvo el caso de flagrante delito”.

Otros numerales de ese mismo artículo, así como del 46, también son ignorados en esos operativos.

En ciertas ocasiones, según las denuncias, los haitianos, ilegales o no, son llevados a cuarteles policiales y remitidos a los centros de retención de Migración, si no pagan sobornos.

Estas prácticas deben cesar, porque restan legitimidad y fuerza moral a las previsiones que toma el Estado en aras de hacer valer sus leyes migratorias, su soberanía y la defensa de la seguridad nacional.

Por lo comunes que son, el país se expone a que lo acusen de ser un violador de derechos humanos o de incurrir en procedimientos extra constitucionales, cuando aquí todos sabemos que esa no es la política oficial del gobierno.

Pero la dañan unos cuantos negociantes, con uniformes o no, a quienes todavía no les ha caído el látigo de la ley porque, al parecer, tienen buenos padrinos y cómplices en áreas de poder.