Malas notas del año escolar

El año escolar 2022-2023 ha cerrado con malas notas en materia de aprendizaje.

Una verdad que se admite porque no hay forma de enmascararla.

Deficiencias que vienen de viejo han impedido, por ejemplo, que el tiempo de horas de clase no se haya cumplido a cabalidad, como manda el calendario.

A estas se añaden los problemas derivados de la falta de butacas, utensilios escolares o cupos para nuevos alumnos.

Y, por supuesto, la presencia, como educadores, de maestros con calificaciones insuficientes para la pedagogía.

El gremio que los agrupa admite que ha predominado, en este año calendario, una “crisis de gestión”.

Esta se traduce en “escuelas faltas de personal, infraestructuras deficientes, materiales que no llegan, falta de mobiliarios y equipamientos”-

El mismo ministro de Educación, que nunca ha ocultado estas fallas, acaba de admitir que “los profesores que enseñan inglés (en las escuelas públicas) no saben inglés”.

Un monitor confiable del sistema, como es Acción Empresarial por la Educación (EDUCA), también ha dicho que la extraordinaria inversión de recursos no ha repercutido en la mejoría de la calidad de los indicadores educativos del país.

Ha habido un desplome en el aprendizaje del área de las matemáticas y se ha reconocido, por igual, que muchos niños llegan al sexto de primaria “sin saber leer” ni comprender lo que se les ha impartido.

El cúmulo de experiencias negativas y documentadas debe obligar a las autoridades y a la sociedad a unir esfuerzos para cambiar de cuajo esta situación en el venidero año 2023-2024.

Lo demanda una sociedad que no puede seguir aspirando a un futuro mejor con recursos humanos mal formados y con docentes de dudosa capacidad para enseñar efectivamente.