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El animal que venció al político

En 1957, un pequeño y tímido rinoceronte blanco -especie poco común en el mundocautivó la atención de millones de brasileños.

Desde que nació, la gente iba, día a día, al zoológico de Sao Paulo para conocer a tan especial animalillo.

La gente le tomó mucho cariño y simpatía al rinoceronte blanco, no sólo por su belleza sino por su mansedumbre, la que reflejaba en los largos momentos que pasaba acurrucadito, solitario e inofensivo, en una esquina de su jaula como si se tratara de un niñito huérfano.

Kaskarejo se llamaba.

Kaskarejo se convirtió rápidamenteen noticia.

Si se enfermaba, si no comía -o si comía mucho-, si dormía demasiado o no mostraba signos vitales, si el veterinario lo visitaba o lo chequeaba, en fin, si hacía algo que llamase la atención, los periódicos lo publicaban.

Kaskarejo fue humanizado por los brasileños. En esa época, un rancio aristócrata paulista, don Aldhemar de Barros, afanaba por convertirse nuevamente en Gobernador del Estado de Sao Paulo -el más populoso del mundo con 23 millones de habitantes entonces- y, como era lógico, gastó mucha plata y muchos esfuerzos para lograr su reelección.

No obstante su origen social, don Aldhemar hizo hasta lo indecible por caer simpático a las masas. Dio un giro a su vida y se convirtió en un político populista, como los que abundan en la República Dominicana.

Poseedor de medios de comunicación, como la Gazeta Mercantil y Folha de Sao Paulo y el canal de televisión O’Globo, su campaña reeleccionista parecía un clavo “pasao”. Se dedicó a dar charlas populares, a donar pergaminos de reconocimientos, a promover almuerzos y a inaugurar plazas y bustos, a entregar medallas y condecoraciones y, en fin, a conceder toda suerte de favores, que en Brasil se conocen como “mordomías”, en México como “mordidas” y aquí como “macuteos” o “indelicadezas”.

En 1958 se convocaron a las elecciones para el Gobierno estatal. Don Aldhemar era el candidato único.

Nadie le disputaba la gobernación. Por lo tanto, los pronósticos no podían ser más exactos: el hombre arrasaría de nuevo.

El día de la elección, 7 de septiembre, los cariocas concurrieron abrumadoramente a las urnas.

Imperaba el sistema de boleta única y cuando finalmente se contaron los votos, pareció que el cielo se le venía encima al pobre Don Aldhemar: apenas logró 1 millón 300 mil votos de los 3 millones de votantes que sabían leer y escribir y que estaban inscritos como electores. El resto de las boletas fueron anuladas, por una insólita e inesperada razón. En lugar de marcar el nombre de Don Aldhemar, los electores pusieron otro: ¡ El de Kaskarejo!

Siendo el primer político vencido por un animal en unas elecciones, renunció a asumir el cargo de gobernador, vendió sus propiedades, se trasladó a Río de Janeiro y creó un nuevo partido.

Naturalmente, lejos de Kaskarejo.

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