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EDITORIAL

Una gran conquista de la sociedad

Con excepción de cuatro países, entre ellos el nuestro, en el resto de América Latina la libertad de prensa se encuentra en estos momentos acorralada o en vías de quiebre.

Estos cuatro países, en orden de respeto a los principales indicadores de esa libertad, son Canadá, Jamaica, Uruguay y República Dominicana, con plenitud de ejercicio o mínimas restricciones.

Así lo consigna el Índice de Chapultepec de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que mide cada año el nivel de respeto al ejercicio del periodismo, la libre expresión de los ciudadanos y el acceso de la sociedad a la información pública.

Dos años atrás, el país estaba en el lugar 14 de ese Índice y desde el 2021 hasta el presente, escaló y se mantiene en el cuarto puesto, lo cual debe considerarse un triunfo de toda la sociedad.

El presidente Luis Abinader, en lo personal, en lo político y en su ejercicio del Poder Ejecutivo, ha estado siempre alineado en la defensa de esta libertad, consciente de lo que ella representa como piedra angular de la democracia.

¡Siga así, señor presidente, y no permita que ni de dentro ni de fuera de su gobierno atenten contra ella!

La sociedad, a su vez, tiene gran mérito en esta conquista, porque ha sabido denunciar y rechazar todos los intentos de ponerle cortapisas a su derecho de expresarse y ser verazmente informada.

Los medios de comunicación, de igual modo, han defendido como valientes soldados esta estratégica atalaya, enfrentándose a ataques que provienen desde distintos ángulos.

En especial, ha sido constante su lucha contra las leyes o proyectos de leyes que tienden a establecer limitaciones, restricciones o supresiones de estas libertades, y contra las campañas que promueven su descrédito y desconfianza.

Sin importar que las crisis de la economía o las rupturas de su modelo de negocio a consecuencia de los cambios tecnológicos hayan estremecido sus bases de sustentación, la prensa ha dado el ejemplo de cómo capear las peores tormentas.

Ahora que disfrutamos de un clima de libertades que representa un privilegio y una gran conquista democrática, tomando en cuenta que más de veinte países de este hemisferio, no lo tienen el compromiso de preservar y fortalecer estos derechos humanos, debe seguir siendo una máxima e irrenunciable prioridad nacional.

A great conquest of society

With the exception of four countries, including ours, in the rest of Latin America press freedom is currently cornered or in the process of breaking down.

These four countries, in order of respect for the main indicators of that freedom, are Canada, Jamaica, Uruguay and the Dominican Republic with full or minimal restrictions.

This is confirmed by the Chapultepec Index of the Inter-American Press Association, which measures each year the level of respect for the practice of journalism, the free expression of citizens and society's access to public information.

Two years ago, the country was in 14th place in that Index and from 2021 to the present, it has climbed and remains in fourth place, which should be considered a triumph for the entire society.

President Luis Abinader, personally, politically and in his exercise of Executive Power, has always been aligned in the defense of this freedom, aware of what it represents as the cornerstone of democracy.

Keep it up, Mr. President, and don't let anyone inside or outside your government attack you! Society, in turn, has great merit in this conquest, because it has known how to denounce and reject all attempts to put restrictions on their right to express themselves and be truthfully informed.

The media, likewise, have defended this strategic vantage point like brave soldiers, facing attacks coming from different angles.

In particular, its fight against laws or bills that tend to establish limitations, restrictions or suppression of these freedoms, and against campaigns that promote their discredit and distrust, has been constant.

Regardless of whether the economic crises or the ruptures in its business model as a result of technological changes have shaken its foundations, the press has given the example of how to weather the worst storms.

Now that we enjoy a climate of freedom that represents a privilege and a great democratic conquest, taking into account that more than twenty countries in this hemisphere do not have it, the commitment to preserve and strengthen these human rights must continue to be a maxim and inalienable national priority.

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