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Un desacuerdo impertinente

En un momento en que está en entredicho la eficiencia de la seguridad social, el organismo rector del sistema ha caído en una inoportuna parálisis sin poder dar respuestas a los apremiantes intereses de sus casi 10 millones de afiliados.

Un desacuerdo entre sus máximos dirigentes, el ministro de Trabajo y el gerente general, es la causa de su infuncionalidad durante cinco meses, demasiado tiempo para un conflicto que puede resolverse con un entendimiento, a las buenas o a las malas.

Por culpa de esta parálisis, las quejas de los afiliados por desatenciones, perjuicios o por fallas de los programas de asistencia social, no han podido ser admitidas, estudiadas ni respondidas.

Una de las más latentes es la que tiene que ver con el abusivo e ilegal cobro de anticipos para internamientos, sin que exista una tabla estándar de valores para tales fines.

Esta barrera ha obligado a muchos pacientes a sufrir una doble angustia: la del dolor con que llega a una sala de emergencia y la de la inseguridad, al no poder ser internado y recibir tratamiento si no paga miles y miles de pesos al instante. Otro punto de conflicto emergente es el de las quejas de los afiliados a los fondos de pensiones sobre las variaciones en los niveles de rentabilidad de sus aportes, lo que ha profundizado las dudas sobre los reales beneficios del sistema.

Es hora de que el presidente Luis Abinader intervenga para resolver la situación y evitar que millones de afiliados sigan padeciendo el desamparo y la desatención que genera este pleito entre dos de los miembros de dicho Consejo.

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