DNCD y PGR, juntos son dinamita
Los severos golpes de mano asestados por la Dirección Nacional de Control de Drogas y la Procuraduría General al narcotráfico y al crimen de lavado de activos, han abierto una nueva página en la lucha contra la corrupción.
Sin necesidad de que sus titulares figureen más de la cuenta, ambas instituciones se destacan entre las pocas del Estado que están cumpliendo eficazmente con sus responsabilidades.
Casi 30 mil toneladas de distintas drogas incautadas en operativos desde agosto del 2020 hasta ahora y más de diez casos de gran envergadura contra la corrupción, llevados a cabo sin atropellos y sin “tajadas del botín”, enaltecen a ambas instituciones.
La lucha contra la corrupción nunca había alcanzado tales objetivos porque al existir un estrecho concubinato entre criminales, autoridades militares, judiciales y políticos, los esfuerzos quedaban bloqueados.
Justo es reconocer que en esta etapa de la lucha ha existido una colaboración granítica con otras instituciones militares y los servicios de inteligencia, con lo cual se han ido tapando los agujeros dejados por el contubernio y la impunidad.
Lástima que, pese a estos admirables desempeños, los actores claves de ambas instituciones, DNCD y fiscales de la Procuraduría, no hayan recibido todavía el indispensable apoyo en recursos económicos y estímulos para no desmayar en el cumplimiento de sus responsabilidades.
Esos actores se han jugado la vida y han puesto en riesgo la integridad de sus familiares, mientras otros entes del Estado, sin llegar a esos niveles de riesgos, sobredimensionan logros y exhiben nutridos presupuestos para sus ejecutorias.