¿Adónde fue a parar el altruismo?
El altruismo, uno de los sentimientos más nobles en el ser humano, escasea en un país lleno de oportunistas que solo andan tras lo suyo, sin importarles la suerte de los más necesitados.
Por ese tipo de conducta es que todavía no hemos logrado establecer un sistema de donación voluntaria de sangre ni asegurar al país un almacenamiento de este líquido vital para casos de emergencias o graves catástrofes.
Si no hay pago de por medio, vamos a decir, a un donante no voluntario, recopilar sangre en gratuidad implica un tortuoso proceso para el necesitado y su familia.
Si la familia encuentra un voluntario calificado, este dona su sangre pero finalmente tendrá que pagar los costos de las pruebas de tamizaje o cruce y someterse a una espera de horas, tiempo que puede ser decisivo para salvar una vida o un órgano del cuerpo.
Incluso el acto de donación voluntaria, no cobrando, es prácticamente una odisea, porque hay que hacer filas en un banco de sangre, como el de la Cruz Roja, y gastar demasiado tiempo en el proceso.
El Estado tiene que ponerse las pilas para resolver este problema y esta necesidad, implantando un modelo que facilite la disposición de sangre a los pacientes, afiliados o no a las empresas aseguradoras de la salud.