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Con un ojo abierto… y el otro también

Mientras Haití se escuece en la inseguridad y la violencia, la falta de combustibles ha venido a agregarse como un factor inquietante que presiona directamente a nuestro país.

Ya los haitianos, desesperados, se arremolinan en los puestos fronterizos para abastecerse de combustibles y revenderlos, lo que ha elevado las tensiones de las tropas que custodian la frontera.

Ante una situación semejante, registrada en julio, las autoridades dominicanas organizaron un convoy especial de 20 tanqueros para llevar a Haití gas licuado de petróleo.

Se hizo como un acto humanitario, para evitar que la escasez de este combustible en hospitales, hoteles, comedores y restaurantes, agudizara la crisis general tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse.

Pero con la volátil situación actual, donde abiertamente el país ha quedado bajo control de pandillas armadas, repetir un operativo de carácter humanitario como aquel puede resultar, si no imposible, difícil de asegurar.

A la crisis de Haití no se le puede dejar en curso libre. La comunidad internacional está perdiendo tiempo para intervenir y tomar el control del país, y este “dejar hacer, dejar pasar”, podría tener consecuencias imprevisibles e inmanejables en toda nuestra región.

De tan peligrosa que es, el presidente Luis Abinader ha pedido a sus compatriotas que se abstengan de ir a Haití porque allí no hay garantías de seguridad para nadie.

Con ese vecino atrapado en tantas amarguras y escaseces, lo recomendable es que el país duerma con un ojo abierto… y el otro también.

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