EDITORIAL

Caliesaje de alta gama

Caliesaje de alta gama

Una investigación en más de 50 países sobre el uso dado por gobiernos a la sofisticada plataforma Pegasus para la intervención de teléfonos, pone en evidencia la enorme escala que ha alcanzado el caliesaje de alta gama en estos tiempos.

Las revelaciones, a cargo de un consorcio internacional de investigación periodística de 17 prestigiosos medios, han resultado escandalosas por el número de pinchazos ilegales y la calidad de los espiados.

Al menos se habla de doce jefes de Estado, centenares de periodistas y diplomáticos, activistas defensores de derechos humanos y dirigentes políticos, incluyendo en algunos casos a amistades y familiares.

La práctica, aunque antigua, tiene de tóxica la violación de la intimidad de los individuos, un derecho generalmente garantizado por las constituciones, y el perverso monitoreo de conversaciones y mensajes, no siempre para combatir objetivos criminales, sino para chantajes y extorsiones.

Es vox populi en el país que a los periodistas, en especial, se les pinchan sus teléfonos, y no siempre por mandato expreso de una autoridad judicial competente, sino por individuos conectados a grupos de poder que tienen listas negras para chantajear, intimidar o chismear.

Esta investigación sobre los alcances del uso de Pegasus en el espionaje puede tener serias repercusiones si, a través de ese método, informaciones sensibles de seguridad nacional o de confidencialidad empresarial han sido pilladas y usadas para fines inconfesables.

En el caso de los periodistas, la intromisión en sus vidas privadas o profesionales es un entrometimiento vergonzoso que conlleva el propósito de crear riesgos a sus vidas y su trabajo, una fina herramienta de censura, chantaje e intimidación que habla muy mal de quienes patrocinan y ejecutan este caliesaje.

High Standard Secret Agents

An investigation in more than 50 countries on the use given by governments to the sophisticated Pegasus platform for wiretapping shows the enormous scale that espionage has reached in these times.

The revelations, carried out by an international journalistic investigation company of 17 prestigious media outlets, have been scandalous due to the number of illegal practices and the quality of those.

At least twelve Presidents, hundreds of journalists and diplomats, human rights activists and political leaders are mentioned, including in some cases friends and family.

These practice, although antique, is toxic when it comes to the violation of the privacy of individuals, a right generally guaranteed by the constitutions, and the perverse monitoring of conversations and messages, not always to combat criminal objectives, but for blackmail and extortion.

It is well known in this country that journalists, especially, have their phones tapped, and not always by express mandate of a competent authority, but by individuals connected to power groups that have black lists to intimidate or gossip.

This investigation about the usage of Pegasus in espionage can have serious repercussions if, through this method, sensitive national security or corporate confidentiality information has been caught and used for unspeakable purposes.

In the case of journalists, meddling in their private or professional lives is shameful meddling with the purpose of creating risks to their lives and work, a fine tool of censorship, blackmail and intimidation that speaks highly of those who sponsor and they perform this warmth.

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