¡A la carga contra esos criminales!

Los que venden bebidas alcohólicas adulteradas con elementos tóxicos son unos reales asesinos.

En realidad, es veneno líquido lo que venden. Y por culpa de esos brebajes, ya han muerto más de veinte personas, en su mayoría jóvenes, durante las últimas se­manas.

Lo mismo ocurrió el año pasado, cuando la mortandad fue escandalosamente mayor. Y como crímenes al fin, quedaron impunes.

Ahora las autoridades anuncian un ope­rativo a gran escala para detectar y decomi­sar envases con esas bebidas no procesadas industrialmente, pero de nada valdría el es­fuerzo si a los fabricantes no les cae el peso de la ley, como homicidas, no como falsifica­dores.

Para comenzar, la justicia debe esclarecer si realmente castigó a los asesinos del año pasado, de cuyos casos no se tienen noticias.

Porque mientras no exista un real régimen de consecuencias punitivas contra esos crimi­nales, seguirán haciendo de las suyas.

Las autoridades de la Procuraduría Especia­lizada de Crímenes y Delitos contra la Salud han dicho que, junto a otros organismos ofi­ciales, realizan una investigación profunda so­bre los últimos casos y sobre las ramificaciones de ese comercio.

Dicen que han detenido personas y cerrado negocios... ¿A cuántos y cuáles?

Mientras llegan esas informaciones, insis­timos en que esa práctica alcanza categoría de crimen de lesa humanidad y, por tanto, no puede haber una respuesta de la justicia en ba­se al delito de adulteración o falsificación, por­que las penalidades resultarían mínimas, sino al de asesinato premeditado.

Porque los culpables saben que venden puro ve­neno, en base a un engaño consciente y al amparo del reino de impunidad bajo el que han desarro­llado siempre este negocio nocivo y criminal.

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