La otra pandemia que se acerca

Cuerpo a cuerpo con la del Covid, la nueva pandemia que asoma en el mundo es la de la inflación, con todas sus secuelas económicas y sociales.

Sus primeras señales ya están a la vista: los precios de las materias primas y de algunos cultivos de gran demanda y consumo se han disparado por distintas causas y estamos frente al escenario de una crisis alimenticia de insospechables alcances.

La temprana voz de alarma acaba de darla la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), al pronosticar severas disminuciones de las reservas mundiales de cereales, impactadas por caídas en la producción y alzas en los precios de los insumos.

La parálisis y descalabro que provocó la pandemia del Covid a la economía mundial, más los efectos del cambio climático, desajustaron los niveles de endeudamiento externo de las naciones y agudizaron la pobreza, en sentido general.

Los gobiernos tienen ahora más presiones sociales para dar la cara a un cóctel de distintos problemas juntos, teniendo que lidiar con los que existen y con los que se avecinan ahora.

¿Cuáles son estos? Pues el aumento de las tasas de interés, la devaluación monetaria, la crisis energética e impagos de deudas y, desde luego, la crisis de escasez y carestía de los alimentos.

Nuestro país no escapa a esa vorágine.

Ya estamos sintiendo, como dijo el Consejo Nacional de la Empresa Privada, los efectos de alzas de precios en productos de consumo diario, que no necesariamente son culpas atribuibles al gobierno sino a múltiples factores externos.

Con esta pandemia económica tocando nuestras puertas, es urgente encender los motores de un pacto nacional para promover un agresivo y sostenido plan de inversión en el campo, más estímulos a la creación de empleos y salir con el cuchillo en la boca a conquistar más mercados con las exportaciones de nuestros productos.

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