Reflexiones del Director
Hacer un periódico tangible con lo intangible
Pasar de un modelo casi artesanal para la producción de un diario impreso a otro en el que la mayoría de las tareas se hacen electrónicamente fue una de las más emocionantes experiencias en mi carrera de medio siglo.
En el nuevo ecosistema del periodismo, acostumbrados ya a un modelo de Redacción combinada impresa-digital, las prioridades del trabajo obligaban a un gradual toque de péndulo para que, en lugar de mantener al diario en un enfoque de primicias, lo fuésemos convirtiendo en una plataforma más sobria en términos de contenidos profundos, análisis, crónicas y reportajes, géneros periodísticos de ocasional uso.
En esos esfuerzos concentrábamos nuestras estrategias de reinvención hacia la prioridad digital, vislumbrando un futuro ya definido por las tendencias de las nuevas generaciones de usuarios que reemplazan la edición en papel por la electrónica.
Lo que nunca me había pasado por la mente era que un periódico impreso pudiera confeccionarse desde una sala de Redacción prácticamente vacía debido al urgente confinamiento de todo el personal, como medida de precaución ante la llegada de la pandemia del coronavirus.
Esta inesperada situación de emergencia nos puso de pronto bajo un novedoso y retador esquema: hacer el trabajo desde los hogares y con un mínimo número de reporteros en la calle.
Sin la tecnología digital, que formaba parte intrínseca de nuestro modus operandis en la etapa de la reinvención, no hubiésemos podido experimentar el inigualable reto de producir el impreso como si todos estuviésemos presentes en la Redacción.
El secreto fue convertir nuestras casas en “mini-redacciones” y desde ellas, conectados por la red de teleconferencias, nos distribuíamos las tareas, apoyados, eso sí, en un equipo mínimo para coberturas callejeras y para el maquetaje y llenado de las páginas electrónicas, que luego se despachaban a rotativas, donde si había otro personal de operarios y repartidores.
Nos dimos cuenta que, en términos reales, dedicamos más horas de lo normal al trabajo y que el proceso se hace más inclusivo, porque nadie, por su jerarquía, quedaba exento de empujar la carreta. Más miradas sobre cada una de las fases de confección nos ayudaron a forjar una estrategia consensuada en los contenidos.
Y hasta dos periódicos de formato tradicional, pero en edición web, inauguramos en esta etapa: Lecturas de domingo y Extra, reportajes de investigación, que nos preparan tempranamente para un futuro totalmente digital, no importa si es en condiciones normales o en modo remoto, como obligadamente nos impuso esta pandemia, una de sus pocas cosas buenas.
Traducción al inglés de las Reflexiones
Turning an intangible newspaper to a tangible one
Going from an almost artisan model to one in which most tasks are completed electronically for the production of the newspapers, has been one of the most exciting experiences in my half century career.
In this new journalism ecosystem, already accustomed to a combined print-digital redaction model, the priorities of this job required a gradual sense of pendulum so that the paper wold maintain serious focus in terms of deep content, analysis, chronicles and reports, which are journalistic genres of occasional use.
With these efforts, we focused on our reinvention strategies toward the digital priority, envisioning a future already defined by the trends of the new generations of users who are straight up replacing the printed edition with the digital one.
What had never crossed my mind was that a printed newspaper could be made from a practically empty newsroom due to the urgent confinement of all staff, as a precautionary measure in the face of the arrival of the current pandemic.
This unexpected situation of emergency suddenly put us under a novel and challenging scheme: teleworking with barely any employee doing a reporting job in the streets.
Without digital technology, which was an intrinsic part of our modus operandis at the reinvention stage, we wouldn't have experienced the unique challenge of producing the paper as if we still were physically present in the editorial office.
The secret was to turn our homes into "mini-newsrooms" and from here, connected through teleconference networks, we distributed the tasks, while relying on a minimal amount of street coverage, with employees being dispatched on rotary waves.
With this, we realized that, in real terms, we're now dedicating more hours than normal to work and that this process becomes more inclusive, because nobody, regardless of hierarchy, is exempt from pushing the cart. More looks at each of the preparation phases helped us forge a better consensual strategy for our content.
And up to two new digital editions of our traditional newspaper were inaugurated at this stage: 'Sunday readings' and 'Extra', which consist of investigative reports that prepare us early for a fully digital future, no matter if under regular conditions or remotely, as we've seen ourselves forced to, and that's this pandemic's bright side for us.