Un escarmiento para esos asesinos
Es un crimen de lesa humanidad, no una simple infracción por adulteración de un producto, el que han perpetrado los que elaboran y venden de manera ilegal la bebida alcohólica clerén, que ya ha matado a 109 personas en un mes.
Hacer esto equivale a un acto criminal, pues los fabricantes no podrían ser tan tontos para ignorar que una mezcla de 50 por ciento de metano, extraído de la madera, con alcohol metílico, en igual proporción, es puro veneno.
A diferencia del alcohol etílico que es el que se consume legalmente en el país producido por la fermentación de azúcares de las frutas y de la caña, el clerén, triculí, tapa floja o tapia, como se le conoce, es una sustancia tóxica tan letal que ya estamos viendo sus terribles efectos en la sociedad.
Se le ha llamado “la otra pandemia” porque ha producido, al menos, el equivalente del 41 por ciento de las muertes causadas por el coronavirus.
A los fabricantes y vendedores de este veneno hay que apresarlos y someterlos a la justicia no por adulteración de bebidas alcohólicas, cuyas penas serían siempre muy mínimas en relación con el daño causado, sino por crimen o atentado contra la salud pública.
Este crimen no debe quedar impune y la justicia tiene que sentar el ejemplo con un fuerte escarmiento penal a los que se han prestado para diseminar este veneno en el país.
Ya se cuentan con pruebas contundentes para documentar los expedientes porque las autoridades han decomisado pequeñas fábricas clandestinas, han arrestado a personas que producen las mezclas, a algunos colmaderos que las comercializan y probablemente a otros cómplices de este crimen de lesa humanidad.
No pueden salirse con las suyas después de haber causado tantas muertes y tanto dolor en medio de la gran pandemia del coronavirus, bajo la cual está más enfocada la lucha de las autoridades de Salud Pública y las Fuerzas Armadas, procurando contener su propagación en el país.
Bastante hemos perdido con el Covid-19 para que también se cuele entre nosotros este fatídico veneno que ha cobrado más de un centenar de vidas y postrado, con sus múltiples daños a la salud, a otros que lo consumieron y aún sobreviven.