REFLEXIONES DEL DIRECTOR

La prensa que renació del silencio

En la batalla contra la pandemia del coronavirus, cuyo primer efecto ha sido el confinamiento forzoso de millones de ciudadanos, la prensa impresa tradicional sobrevive apenas con las suscripciones pagadas y los diezmados ingresos de la publicidad.

En tres meses de cuarentenas totales o parciales que han llevado a la ruina o a un severo estado de descalabro la actividad productiva de muchas empresas, la única alternativa que tienen los periódicos es morir de inanición o sobrevivir a costa de los mayores sacrificios financieros, pero sin muchas esperanzas.

Ya muchos dejaron de imprimirse y circular. Para poder hacerlo, bajo las mismas difíciles condiciones, han tenido que recurrir a la plataforma digital, su tabla de salvación, su mejor trinchera hasta ahora, aguardando por un futuro que dirá si la suspensión de sus ediciones físicas fue definitiva o temporal.

Esta realidad se me parece mucho al contexto de otra guerra, no con las características de la actual, que es contra una pandemia que ha trastornado de golpe el ritmo de vida de la humanidad, en la que tambien la prensa independiente fue obligada a un largo silencio durante meses.

Me refiero al conflicto bélico de abril de 1965, aquí en nuestro país, que inesperadamente hizo colapsar a los tres principales diarios tradicionales dominicanos, el LISTIN DIARIO, La Información, de Santiago, y El Caribe, por seis meses.

Los duros combates entre fuerzas revolucionarias constitucionalistas con tropas extranjeras invasoras que vinieron en auxilio del ejército, la marina y la aviación, imposibilitaron que el Listín y El Caribe, que tenían sus sedes y rotativas en la zona antigua de esta capital, bajo control absoluto de los civiles armados, pudieran sacar sus ediciones normales.

No había condiciones objetivas para operar,ya que las vidas de su personal estaban bajo peligro. Como ahora, en cierto sentido. Al no producir ingresos, sus obligaciones contractuales con los trabajadores, los bancos y los suplidores, se agravaron al extremo. Y no les quedó otro camino que “desaparecer” de las calles.

En el lapso del 29 de abril al 2 de noviembre de 1965, en el que estuvieron cerrados, los bandos en guerra editaron al menos cuatro publicaciones con mínimo paginaje para extender su confrontación al plano mediático. No había prensa independiente. Por tanto, la sociedad no estaba convenientemente informada.

Tampoco había internet ni plataformas digitales, como ahora, que evitaran o amortiguaran la muerte de la plataforma tradicional. Aquella vez, hace ya 55 años, se apagó la luz de la prensa libre. Pero esta volvió a iluminar a la sociedad,con más energía y determinación, y en ese legado de lucha y determinacion se apoya ahora para seguir subsistiendo, por más duras y difíciles que sean las circunstancias en esta nueva e inesperada guerra contra un único enemigo: el coronavirus.

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