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Vayamos a la cuarentena, sin pérdida de tiempo

No podemos dilatar más la declaración de una cuarentena general de la población del país, como parte de las medidas de emergencia que ha recomendado la Organización Mundial de la Salud para contener la expansión del coronavirus.

La apabullante realidad que proyectan las casi 10 mil muertes causadas por la pandemia en 169 países es para que, en el caso nuestro, no perdamos más tiempo en aplicar las respuestas perentorias que demanda la situación de peligro a la que está expuesta la población.

Si faltare otra prueba para que apremiemos la imposición de la cuarentena general ahí está la lúgubre premonición del secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, de que si los países permiten la propagación del coronavirus “morirán millones de personas”.

En el primer día de aplicación del cierre de comercios y suspensión de actividades diversas, los ciudadanos han acatado el mandato de las autoridades y por eso se ha notado un considerable descenso en el flujo de vehículos y peatones en las vías públicas.

Como el estado de emergencia declarado por el Congreso Nacional tiene una vigencia de 25 días, eso quiere decir que estamos en el tiempo crítico en el que la epidemia escala en su propagación y en la que es menester proteger a la población, aislando a los contagiados y manteniendo al resto en cuarentena domiciliaria.

El Presidente de la República tiene la potestad para disponer este distanciamiento y para prohibir, mediante otras fórmulas, como la del toque de queda, la aglomeración o circulación de los ciudadanos en cualquier espacio público.

No se ha descubierto ni probado otro método, en la actual y desesperada lucha por contener la pandemia, que resulte más efectivo para frenarla, aunque no evitarla. Eso es lo que han hecho, con toda sus consecuencias, los países que se quedaron rezagados cuando llegaron los primeros casos a sus territorios.

No debemos nosotros esperar que el saldo de víctimas y contagiados sea mayor para asumir estas dolorosas pero necesarias medidas, en aras de proteger la vida de los dominicanos, ahora mismo bajo peligro, sin distinción de clases.

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