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Por la salud de nuestros jóvenes

Recientes exámenes de admisión en una institución militar han arrojado luz sobre una realidad poco conocida: la del alto número de jóvenes que no logra calificar para un puesto porque ya su salud ha sido afectada por distintos males.

En apariencias, son jóvenes físicamente aptos para las posiciones en las que serían reclutados, pero al ser sometidos a pruebas médicas se han evidenciado deficiencias visuales y auditivas, trastornos cardíacos, obesidad y problemas emocionales, como la depresión.

En cierta escala, también presentan dentaduras dañadas, enfermedades de la piel y bajo coeficiente intelectual, todo lo cual revela una historia de descuidos o desatenciones de su salud, aparte de las secuelas que sufren por la ingestión de sustancias energizantes y estimulantes sexuales.

Los resultados de estas pruebas de admisión probablemente sean iguales, mayores o parecidos en otras instituciones a los que se han registrado en el Cuerpo Especializado en Seguridad Aeroportuaria y Aviación Civil (CESAC),cuyos test han servido para descubrir la dimensión de este fenómeno de salud.

Este diario ha publicado estadísticas preocupantes sobre el índice de pacientes menores de 30 años de edad que padecen de diabetes o trastornos cardiovasculares por su adición a vicios como el alcohol, las drogas narcóticas, la hookah o el excesivo consumo de bebidas energizantes y pastillas para la virilidad.

Por igual, la exposición continua a los altos decibeles de música escuchada en sus audífonos o en bulliciosas discotecas y el exceso de uso de pantallas de computadoras, ha provocado que los padecimientos por mala audición y visión se constituyan en impedimentos para desempeñar oficios en instituciones exigentes y disciplinadas como la del CESAC, guardiana de la seguridad aeroportuaria del país.

Es una pena que, siendo tan jóvenes, ya estén marcados por deficiencias de salud y, más que nada, preliminarmente incapacitados para distintos oficios, por culpa de una débil orientación en torno a los hábitos más sanos de vida.

Si se hiciese un estudio y un cotejo de las estadísticas que resultan de las causas de descalificación en esas pruebas de reclutamiento, tanto para la vida militar como para la civil, podríamos tener una radiografía más confiable de la magnitud de este problema en la juventud dominicana.

Esto es vital para determinar qué tipo de atenciones ameritan nuestros jóvenes para que, como dueños del futuro, crezcan y se desarrollen con aptitudes e inteligencia, pero más que nada con buena salud física y mental.

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