Montesinos, el fin de una ruina

El monumento a Fray Antón de Montesinos, erigido en la Ciudad Colonial hace 36 años, ha recobrado su valor original después de décadas convertido en un lúgubre y detestable antro de corrupción, en una pura ruina, prácticamente.

Lo que estaba llamado a ser en un principio símbolo de la cristianización de América y emblema de la lucha por el reconocimiento de los derechos de los indígenas, primeros pobladores de la isla, devino en un estercolero, librado a su propia suerte, porque nadie se ocupó de cuidarlo efectivamente.

Desde que el alcalde del Distrito Nacional, David Collado, llegó al cargo, se comprometió a recuperar y embellecer el circuito de núcleos turísticos de la Ciudad Colonial y por eso incluyó el monumento y un amplio tramo del malecón en esa estrategia integradora.

Ambos objetivos se han cumplido ya. El malecón es ahora un atractivo bulevar, con espacios para el deleite de turistas y nativos, iluminación, vigilancia, zonas de confort para la contemplación marina, y ahora el monumento a Montesinos engancha con ese entorno, convertido en una sala de museos, cine, actividades culturales y de estudios.

Con cinco pisos, salas y salones con aire acondicionado, áreas de exhibiciones de bellas artes, conciertos, lanzamiento de publicaciones y otras actividades culturales, el monumento de Montesinos será desde hoy, tras su reinauguración formal, un infaltable punto intermedio que unirá a la Ciudad Colonial con la avenida George Washington, sentando así nuevas bases para su conversión en destino turístico.

El ayuntamiento del Distrito Nacional invirtió 40 millones de pesos en esta obra de remodelación, que incluye un parqueo para cincuenta vehículos, iluminación y vigilancia continua provista por el ministerio de Defensa.

Después del esmero y la sustancial inversión realizada para recuperar este recinto, es deber del cabildo –pero más que nada del Ministerio de Cultura y de toda la ciudadanía– preservar su majestad, su limpieza y su correcta funcionabilidad, para que constituya un orgullo de la ciudad.

Este es un mérito que debe recocérsele al alcalde David Collado, porque más allá de lo que implicó el trabajo de recuperación, está la protección de un patrimonio municipal ahora revalorizado, puesto al servicio de un objetivo mayor: la conversión de un amplio perímetro de costa en un ariete del destino turístico que, en sí mismo, representa la Ciudad Colonial, igualmente rescatada para el disfrute de todos los dominicanos y extranjeros que nos visiten.

Tags relacionados