Baní, ¡sacúdete de esas lacras!

La historia de Baní es la de un pueblo con muchos ejemplos de trabajo, de vida pacífica y de innegables aportes a la cultura y a la economía que, de repente, ha quedado a merced de una plaga de delincuentes y antisociales que pretende socavar sus valores tradicionales.

Desde que el narcotráfico encontró terreno propicio para esparcirse con todos sus efectos degradantes en la juventud de ese pueblo, en gran medida por la protección pagada de autoridades, Baní ha quedado sumida en un clima de peligros.

Su reconocida tradición de convivencia pacífica, por el hecho de que es una comunidad de colindancias familiares en su origen, ha sido lastimada y quebrada por la nueva camada de atracadores, traficantes y delincuentes de toda laya que han impuesto el miedo y el terror.

A esta minoría de vándalos hay que enfrentarla y detenerla. Baní tiene muchos hombres y mujeres y muchas instituciones sanas capaces de levantarse para proclamar un ¡basta ya! a estos desafueros, y a sacudirse sus lacras, cueste lo que cueste.

Que se levante la sociedad banileja y rescate sus prendas de orgullo como pueblo de gentes trabajadoras y pacíficas, de eminentes intelectuales y maestros del humanismo, y apoye a la jefatura de la Policía Nacional en toda labor de limpieza de los puntos de drogas que, a cielo abierto, todavía operan en sus barrios.

No es posible que un tal Buche y otros narcotraficantes que se pavonean de su poder y de su contubernio con la autoridad y del disfrute de la impunidad, le sigan robando a Baní su identidad de comunidad laboriosa y decente, cruzada de brazos ante las apabullantes y criminales tropelías de estos sujetos.

Baní, ¡sacúdete ya de esas lacras!