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Presidente, amplifique esta iniciativa

Ahora que toda la sociedad vive y sufre en carne propia las secuelas de la pobreza en sus manifestaciones más nocivas, como la delincuencia, es indispensable que echemos manos a fórmulas prácticas que han probado tener efectos reales en la remediación de estos problemas.

Uno de sus ejemplos lo ofrece el Proyecto de Inclusión Social que, de manera discreta y sin aspavientos propagandísticos, ha desarrollado durante tres años el Ministerio de Obras Públicas para integrar a jóvenes y adultos comprometidos alguna vez en actos delictivos a sus brigadas de Responsabilidad Social en todo el país.

Más de 300 personas han sido incorporadas a las tareas de reconstrucción de viviendas, limpieza de peatonales y otras vías públicas, en zonas castigadas por algún fenómeno natural, o para auxiliar a damnificados en barrios pobres.

Esos ciudadanos habían sido fichados alguna vez por robos o asaltos, producto en gran medida de la situación de pobreza y desempleo en los barrios, mientras que otros trabajadores son madres sin parejas que no tenían ninguna posibilidad de conseguir ingresos formales para criar a sus hijos.

Hoy, esos brigadistas han encontrado un nuevo cauce para sus vidas, tal como lo reseña nuestra periodista Santa Marte en su reportaje titulado “Manos que construyen sueños”, que publicamos en nuestra edición de ayer.

Si bien esa no es la responsabilidad formal o institucional de Obras Públicas, lo que importa es que el ministro Gonzalo Castillo haya descubierto en la iniciativa una de las más efectivas formas de ayudar a reducir el desempleo y, por vía de consecuencia, el ambiente de raterismo que se entuba en los barrios empobrecidos.

Probemos entonces la amplificación de ese modelo de inclusión social con otros ministerios, cambiando las “botellas” o el personal que holgazanea y sobra, por jóvenes y adultos desempleados que buscan “construir sueños”.

El presidente Danilo Medina debería evaluar la posibilidad de hacer de este un programa nacional, bien dirigido y orientado, para comenzar a enfrentar, con un enfoque más realista y humano, el terrible drama de la violencia, que tiene raíces en la pobreza y el desempleo de miles de familias dominicanas.

En ese estado de desigualdad social es que se crean las condiciones para que nunca podamos avanzar en la lucha por crear una sociedad más feliz, menos excluyente, y más pacífica y enfocada al trabajo productivo, no a la vagancia ni al delito.

Es hora de actuar para construir este gran sueño de vivir en paz, de la sociedad dominicana.

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